Estas fotos corresponden a los últimos días de enero de 2022. Chelsea, en el West Side de Manhattan, Nueva York. También hay algunos pasajes del Downtown, incluido el Barrio Chino en vísperas del Nuevo Año Lunar consagrado al Tigre.
El fotógrafo cubano Alejandro Taquechel estuvo allí de visita mientras una gran tormenta de nieve batía los récords meteorológicos del Noreste de los Estados Unidos… y obligaba a despoblar las calles, aparcar todos los autos, cerrar cada negocio, cancelar miles de vuelos en los aeropuertos, escrutar en silencio a través de las ventanas acristaladas, a través del tedio rotundamente blanco, a través de una bruma gris que incluso secuestró durante horas la terca silueta de jeringa del Empire State Building.

La CNN reportaba: «El nor’easter que golpeó el fin de semana se convirtió en una «bomba ciclónica» el sábado [30 de enero] por la mañana, lo que significa que la tormenta se fortaleció rápidamente y la presión barométrica cayó más de 24 milibares en 24 horas, dijo el Centro de Predicción Meteorológica».
El 29 de enero 1904 una tormenta había establecido el récord de nevadas para el Central Park de Nueva York. Hasta el sábado último. «El parque registró 18.5 centímetros de nieve», anotó CNN, «eclipsando el récord anterior por más de 5.1 centímetros».
Nueva York; enero de 2022 / Foto: Alejandro Taquechel Nueva York; enero de 2022 / Foto: Alejandro Taquechel Nueva York; enero de 2022 / Foto: Alejandro Taquechel Nueva York; enero de 2022 / Foto: Alejandro Taquechel Nueva York; enero de 2022 / Foto: Alejandro Taquechel Nueva York; enero de 2022 / Foto: Alejandro Taquechel Nueva York; enero de 2022 / Foto: Alejandro Taquechel
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El escritor norteamericano Paul Auster (1947) aconseja lo siguiente a la artista conceptual Sophie Calle en la segunda entrada —«Hablar con desconocidos»— del «Gotham Handbook» —«Manual de instrucciones para el uso personal de S. C., referente a la forma de embellecer su vida en Nueva York (por petición suya)»—, incluido en su Ensayos completos:

Algunas personas te dirigirán la palabra una vez que tú les hayas sonreído. […].
Si te sientes escasa de recursos, aborda el tema del tiempo que hace. Los cínicos consideran que este tema es banal, pero es cierto que no hay otro que incite tan bien a la conversación. Tómate la molestia de reflexionar un instante, y descubrirás el carácter metafísico, incluso religioso, del asunto cuando se trata de vientos fríos o de la acumulación de la nieve caída sobre Central Park. El tiempo es el gran igualador. Nadie puede con él, y nos afecta a todos de la misma manera: ricos y pobres, negros y blancos, sanos y enfermos. No hace distinción alguna. Cuando llueve sobre mí, llueve también sobre ti. Contrariamente a la mayoría de los problemas a los que nos enfrentamos, no es una situación creada por el hombre. Viene de la naturaleza, o de Dios, o de otra cosa, sea cual sea el nombre que le quieras dar a las fuerzas que no controlamos en el universo. Hablar del tiempo que hace con un desconocido es tenderle la mano y dejar de lado tus armas. Es un signo de buena voluntad, un testimonio de humanidad compartida con la persona con quien hablas.
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Nos separan tantas cosas y hay tanto odio y discordia en el ambiente, que es bueno recordar las cosas que nos unen. Cuanto más insistamos en ellas en nuestras relaciones con los desconocidos, mejor será el ánimo de la ciudad.

A continuación, como bonus, este breve video neoyorquino del día después:
(Fotografías autorizadas por Alejandro Taquechel).