«No es nuestra basura, pero sí es nuestro planeta», dicen estos muchachos que unen los placeres del submarinismo y las caminatas por la playa al compromiso en la protección del medio ambiente.
La idea surgió un día de solitaria pesca submarina, pero pronto ganó seguidores en las redes sociales.
Quizá este sea un signo de los tiempos que ya corren en Cuba; es sin dudas un eco del futuro cercano: la iniciativa independiente, la movilización online, la empatía horizontal, la conciencia (política) que pone en valor los gestos mínimos.
«Tú también puedes ayudar con snorkeling», se lee en una camiseta que muestran a la cámara.
El círculo virtuoso se cierra cuando comprendemos que este grupo de chicos comprometidos y laboriosos está preservando no otra cosa sino el placer liviano e intransferible de vivir la vida.