Luna, tú que lo ves
dile cuánto lo extraño.
Esta noche sé que él está
contemplándote igual que yo.
Ana Gabriel

Estoy bajo la luna, en bicicleta, abriéndome paso por la ciudad como a través de una puerta de ómnibus. Llevo una mochila en la espalda llena de libros, los libros que hace años traje conmigo de mi país para aliviar el peso del extrañamiento. Libros normales. No estoy segura de que una peregrinación pueda llevarse a cabo en bicicleta, o si solo se lleva a cabo a pie o de rodillas, o a gatas, como un ejercicio militar. No estoy segura de que estos libros me sigan interesando. ¿A quién le interesan los libros cuando no es?

Aprendí a andar en bicicleta sin alcanzar casi a los pedales. Me caía tantas veces que las rodillas se convirtieron en pozos y las palmas de las manos se convirtieron en terraplenes. Pero aprendí, y montar bicicleta fue mi juego preferido desde los diez años, una edad más infantil que adolescente. En bicicleta a la escuela. En bicicleta al hospital. En bicicleta a buscar arroz. En bicicleta al desfile obligatorio del primero de mayo y al desfile obligatorio del 26 de Julio. En bicicleta al Círculo de Abuelos. En bicicleta al cine. En bicicleta al teatro. En bicicleta a la casa del hermano de mi amiga a hacer el amor con un hombre por primera vez. En bicicleta a la casa de unos amigos a hacer el amor con una mujer por primera vez. En bicicleta a mi propia casa, inconforme. Las fechas del Primero y del Veintiséis son, además de políticas, tan veraniegas.

Ha llovido porque llueve, casi siempre llueve; se pasó la noche lloviendo, pero no entró el agua por abajo de la puerta ni se inundó la casa. La casa no, el cuchitril. El alquiler nuevo llamado estudio porque un estudio es un cuarto con un baño, una cocina y un espejo. El espejo es la puerta del closet. Un estudio es un concepto de espacio abierto sin división ni paredes. Un espacio espacioso. El espejo es grande y, si hiciera el sexo debidamente como cualquier persona de treinta años, miraría al espejo durante el trance sexual. No hay trance sexual ni vida sexual porque la luna la luna la luna. 

No hay vida sexual porque no hay nadie. Dónde está toda la gente que yo me imaginaba en este lugar ajeno, económicamente deprimido. Espejo no, puerta espejada. Hace años recibí un mensaje en que me aseguraban que alguien se había muerto, que alguien estaba muerta y enterrada, que alguien era un cadáver, un cuerpo sin personalidad. 

Se murió sola en un hospital porque tenía un corazón de más de noventa años que ya no podía dar más. Se murió sola en su cama porque le dolía el pecho o el alma. Se murió sola en la luna porque tenía una luna menguante en lugar de un corazón. El amor de alguien tenía mi edad, era un amor joven destinado a mí, la persona en bicicleta bajo la luna del norte, distraída y boba, que necesita amor amor amor, que pertenece a este mundo. 

Hace añares de eso que no recuerdo con nitidez porque no estuve ahí. Me había ido cuatro meses antes de ahí. Abandoné su amor y abandoné su corazón y abandoné la casa con alguien adentro más vieja que una momia, que dos tomates podridos, dispuesta a morirse apenas diera la espalda. Abandoné algo y ahora no puedo acordarme bien. Ahora la persona que me dio todo en la vida es una efeméride, una selección de la memoria basada en una fecha, siempre la misma fecha, quince, quince. Estoy bajo la luna. Oscurece. Cuánto falta.

Me parezco también a la luna. Cara de luna llena, me decían mis compañeros de aula cuando era niña, y odiaba eso. Odiaba a todos los niños y a todas las maestras y a todas las auxiliares. Odiaba todas las escuelas del mundo, donde los niños, en realidad, van a sufrir y a mearse encima y a cagarse encima. Odiaba todos los árboles de la escuela y de afuera de la escuela. Odiaba la luna y las estrellas, el cielo infinito, la casa. Odiaba las palabras. 

El día que llegó el Papa a la ciudad montado en aquel automóvil, odié al Papa y a todos los guardaespaldas del Papa que estaban cuidando al Papa de cualquier atentado público que pudiera llevarse a cabo, de cualquier expresión de odio, de cualquier expresión de amor, de cualquier cosa. La manifestación se produjo en una Plaza llamada de la Revolución porque todas las plazas en Cuba son de la Revolución, igual que los objetos, las personas y la naturaleza. Donde hay una estatua blanca que sobresale junto a un cúmulo de estatuas que se ven al fondo, ahí está la Revolución. El tipo de la estatua, tanto como los otros, son héroes de alguna época. La idea de las épocas me remite a los pasajes en las máquinas del tiempo. Una idea renacentista.

Por eso hoy, en bicicleta, hago un recorrido igual a la distancia que hay desde mi casa hasta el cementerio, una casa y un cementerio de una vida que no es esta. Más de quince kilómetros. Más de diez millas. En Miami las distancias se determinan en millas. En Miami la luna es motivo de igualdad. 

Todas las personas tienen un tambor amarrado a la cintura. Hay luna llena en la playa y los americanos han venido a celebrar con tambores junto a los haitianos y a los venezolanos y a los argentinos y a todos, haciendo ruidos americanos de percusiones foráneas. Yo también estoy aquí, celebrando la luna esa que no conozco ni me interesa, sin tambor y sin chancletas, con una cara de pescado en nevera que asustaría a Mercedes Sosa. La mujer atrás de mí se parece a Mercedes Sosa. Una Mercedes andrógina. Una Mercedes Benz.

No se sabe quién es macho y quién es hembra. No se sabe quién es viejo y quién es joven. No se sabe quién es lindo y quién es feo. Where are you from?, me pregunta un americano hasta el cuello de marihuana. I-am-from-the-moon, contesto con los dos ojos de frente, inyectados de paciencia. De la arena, antes de volver, desentierro un pedazo de cartón que he estado acariciando durante un cuarto de hora. 

Al extraerlo completamente veo la figura de un hombre que parece estar feliz, consciente de su propia felicidad, iluminado por una luna que debió haber sido llena. Por detrás, con una tipografía dorada, logro leer su nombre: San Judas Tadeo.

Las trece lunas llenas del 2023 son:

Luna llena de enero: 7 de enero a las 00:08 horas en Cáncer

Luna llena de febrero: 5 de febrero a las 19:28 horas en Leo

Luna llena de marzo: 7 de marzo a las 13:40 horas en Virgo

Luna llena de abril: 6 de abril a las 6:34 horas en Libra

Luna llena de mayo: 5 de mayo a las 19:34 horas en Escorpio

Luna llena de junio: 4 de junio a las 5:42 horas en Sagitario 

Luna llena de julio: 3 de julio a las 13:38 horas en Capricornio

Luna llena de agosto: 1 de agosto a las 20:31 horas en Acuario y el 31 de agosto a las 3:35 horas en Piscis

Luna llena de septiembre: 29 de septiembre a las 11:57 horas en Aries

Luna llena de octubre: 28 de octubre a las 22:24 horas en Tauro

Luna llena de noviembre: 27 de noviembre a las 10:16 en Géminis

Luna llena de diciembre: 27 de diciembre a las 1:33 en Cáncer