Margarita Fresco presenta aquí una radiografía (inevitablemente parcial) de La Habana contemporánea. Un angustioso fragmento de historia clínica.

Urbanoporosis instala ante nosotros un diagnóstico y una sospecha: la enfermedad ósea que aqueja a la ciudad es, después de todo, el síntoma de una decadencia mayor, más amplia, más profunda.

  • Margarita Fresco. Urbanoporosis.
    Margarita Fresco. Urbanoporosis.

Desde el mismo título del proyecto se sugiere que la ostensible vejez de La Habana no es solo razón directa de su antigüedad.

Por supuesto, no hay en esta serie una simple remisión al valor histórico de las edificaciones y del entramado citadino; mucho menos una glorificación turística de lo añejo o lo epocal.

Margarita Fresco. Urbanoporosis.
Margarita Fresco. Urbanoporosis.

Valdría decir que la vejez urbana se formula aquí no como la suma terca de los años y las eras, ni como el maridaje o la rivalidad de los estilos arquitectónicos del pasado, sino como la lenta actualidad del padecimiento y del dolor.

Todas los manuales de medicina advierten que la urbanoporosis «no permite que el tejido óseo nuevo que se creó sea suficiente para reemplazar al que se eliminó».

Margarita Fresco. Urbanoporosis.
Margarita Fresco. Urbanoporosis.

El mal es metabólico. Y la propia imagenología que verifica esta enfermedad habanera, activa el registro simbólico de una denuncia global, sistémica.

Lo arquitectónico se despliega entonces como objeto estético y como argumento político.

Margarita Fresco. Urbanoporosis.
Margarita Fresco. Urbanoporosis.

Las ruinas habaneras, cifradas como mal crónico de los huesos —del sostén y el movimiento—, disparan su áspera realidad contra el inflamado cuerpo retórico de la nación.

  • Margarita Fresco. Urbanoporosis.
    Margarita Fresco. Urbanoporosis.

(Fotografías autorizadas por Margarita Fresco).