Ha sido, cabeza a cabeza con Alexander Abreu, y yo diría incluso que un punto por encima, el más grande artista popular cubano del mundo post Castro-Van Van. Ha hecho todo en 15 años y todo lo ha hecho como nadie. La bestia, la machine, el animal. Cantó en grupos, en dúos, como artista en solitario tuvo dos nombres, y en cada una de esas vidas, distintas entre sí, condujo y organizó el extravío sentimental de un país roto. Ha inventado mucho, y lo que no inventó, lo hizo mejor que los inventores.
Implantó modas. Los jóvenes que no tenían nada querían vestirse como él, proyectarse como él, capturar su aura, su bomba, tanke. Es un poeta. Mulato, los ojos color miel, un bala ajustado, un rosario y un pulóver blanco con cuello de pico, pero se cansó de todo y engordó y empezó a vestirse con overoles de obrero y la barriga afuera y cuando le preguntaron que ese cambio por qué, que se dejó caer, dijo que seguía lindo igual, que no estaba para aguantarse la boca ni complacer a nadie, que así es como es ahora, que es como él dice y cuando él dice. Y es verdad.
Hay un video en el que aparece acelerado, empericado sabroso, a mil sobre la carretera de su angustia, y se tranca como en guardia y suelta: «Tú sabes, cuando tú llevas un sentimiento, que tú sabes que tú estás jalando con un sentimiento… esto tiene que ser de gente que tenga un corazón de pinga. Porque acuérdate que aquí están viniendo los que vienen por lo que trae la música, no por lo que siente la música. Lo que trae la música es fama, dinero, lambo… No, yo tengo que cuidar lo que yo soy, porque yo soy la música, asere… Ustedes no son de música». En la estela de la timba, fue también, años más tarde, otro punto de encuentro, disruptivo. Un puente entre el miki nuevo rico y el peleador repa.
Hizo reguetón, cubatón, fashatón, trap, reparto, pero también tiene boleros, sones, guajiras, y ahí es extraordinario igual. Las pegó todas, una tras otra y sin bajarle. De manos, acostado, en La Habana, en Puerto Rico, en Miami, yendo al gym o metiéndose por noche dos gramos de caspa del diablo. Feliz o deprimido, tierno o feroz, en plan guerrero o en plan santo, abriendo fuego o conciliando. Como le daba la gana. Tiene discos que son escuela en su género, quizá ninguno como Resiliencia. Pero el reparto no es de discos, es de hits, desestructurado e imprevisto, no hay industria ni programa que seguir. Apenas Chocolate cuenta con un carisma y un genio similar. Amigos, enemigos, amigos y enemigos de nuevo. Chocolate le acaba de decir que despierte, que solo un loco entiende a otro.
Alrededor de 2018 lo captaron desde Puerto Rico y parecía dar el salto y hacerlo sin esfuerzo. Cantó con J Balvin, Cosculluela y Bad Bunny, temas todos que escribió él. Buscaban producirlo, y al final, seguramente, empaquetarlo como hicieron con Gente de Zona. Pero él no quiso atarse a nada y rechazó lo que no rechaza nadie. Volvió, como ha dicho, para el fango, para la sarna, y entonces compuso desde su estudio, con su escudero DJ Conds, un tema que se llama «La historia», que fue el himno de dos veranos en Europa, y que a mí me erizó la piel cuando lo escuché al vuelo en una callejuela del barrio musulmán de Alfama, Lisboa. Los millones de vistas de sus videos vienen de un tipo cuya única promoción son sus redes sociales y cuyo público natural no tiene Internet y, si lo tiene, no puede agarrar los datos móviles pa’ eso. Lo descargan por Telegram, en la penumbra insular.
Cuando las malas lenguas locales le dijeron en pleno éxito que se estaba volviendo boricua, soltó una canción, «Mentira por verdad», en la que responde: «Y es que a esto yo le sé más de lo que tú te crees./ Seis por ocho, tres por dos, dos por tres./ La clave a tiempo y después la pones al revés./ Yo no fui el que la inventó pero sí el que la pegué». Elito Revé ha dicho de él que cambió la música popular cubana. «Mata a la gente desde el principio, porque sus canciones entran con el tumbao. El formato de la música cambió. Ahora te empieza con el tumbao desde el inicio y con eso te mató». Uno de sus múltiples nombres es, de hecho, El Matador.
Su madre murió en 2020 y la droga ya no lo soltó desde entonces. A través de la ventana de Instagram, sus fanes hemos asistido en directo a su dolor en carne viva, un tipo que con sonoras carcajadas, más contagiosas y divertidas que su propio sentido del humor y su ingenio, que no son menores, atraviesa de madrugada las express way de Miami en alguno de sus autos de lujo, hurgándose en la herida del duelo con la uña de la cocaína, una prótesis que parece acariciar el corazón y en verdad lo va raspando, algo que uno puede cortarse y vuelve a crecer, porque la cocaína sigue la lógica del casino, te deja ganar, y ganar, y ganar, y después, cuando dice «dame lo mío», o «devuelve», se lleva todo, como las tarrayas prohibidas que van a buscar un pez y arrasan con el fondo marino entero, menos con el pez.
Su camino es el camino del héroe. Ha caído preso, le dicen delincuente, tiene la cara y el cráneo tatuado, la mirada perdida, dos ojeras como medias lunas de cansancio y espanto, y al igual que el resto de los chicos que crecieron en la miseria cubana y que llegaron a Miami como pudieron, los miles de dólares le parecen millones. Les gusta el cash, lo que puede tocarse, manosearse y mostrarse, lo abultado y ostentoso, no las tarjetas ni las transferencias, los débitos, los créditos, la operación abstracta. Hay algo de ternura en ellos, porque son millonarios dentro de su propio circuito. Han fijado sus leyes particulares, pero no tienen mucho detrás, ni mercado, ni país, ni negocios fuertes, solo una comunidad dispersa, un exilio huérfano, profundamente conmovedor en sus más genuinas expresiones, pero sin más orden ni propósito que aplacar la memoria del hambre y las secuelas del miedo.
No reciben, las estrellas del reparto, tanta plata como para vivir en un mundo de verdadero dinero, pero sí lo suficiente como para pretender que viven en él. Se dicen a sí mismos que coronaron, y de alguna manera es cierto, pero mañana podrían encontrarse de nuevo en la calle. El reparto los ha salvado a todos, y a Cuba también la ha salvado. A él no. Se trata de un artista que va sobrado. Sabe que tiene el don, la gracia del magnífico. En alguna de sus entrevistas contó: «La persona que me tiene aquí me dio un reloj. Me dijo: “Por este reloj te van a reconocer cuando llegues adonde tienes que llegar. Cuando te pongas a mirar el reloj, te voy a quitar el tiempo”».
Su viaje es largo y no hay que decir su nombre. En el lugar al que tiene que llegar, las leyendas son anónimas y se llaman de todas las maneras.
..»Me erizo»
Carlos, no se te entiende nada. Farragoso al cubo. Deja de hurgarte tú con las drogas de la pretendida intelectualidad, que apenas se deja ver un blanquito de la Cuba occidental tratando de emular «la sarna, el fango».
Ah!, disimula un poquito el lavado de cara a los socialistas y a los genuflexos. Empezaste con Ray Fernández, después con Van Van y ahora con el que caiga en el camino.
Le zumba que de un delincuente como el Taiger digan que su camino es el del héroe. El cubano y, todo lo relacionado con Cuba, hasta los ecritores periodistas, está tan depauperado, tan falta de valores y de brújula moral, que a un individuo como este que ha recorrido toda la escala de delitos, menos el homicio, le están haciendo homenajes y llorándolo más que a Papá Montero. Además, lo quieren elevar a la categoría de gloria mundial en la modalidad de reguetón, ritmo de y para retrasados mentales como él y Bad Bunny. Es Taiger es un tipo indeseable, guapetón de barrio. Y total, estaba en un motel con un amigo y lo encontraron sin calzoncillos y los pantalones por debajo de las rodillas. Nadie habla de eso…
Por mucho mérito que tenga el Taiger como artista, el tiro que le dieron no fue por eso, fue por su comportamiento como persona. Al final quien siembra vientos recoge tempestades. Hay que dejar a un lado la glorificación de ese comportamiento, porque entonces lo que hizo Pablo Escobar esta justificado por sus origenes humildes y lo que hizo Fidel Castro tambien lo esta. Es muy patético todo esto alrededor del Taiger, sobre todo ese publico de el que llega a un hospital llamandolo herore y poniendo musica a todo volumen. Después regando mentiras como que si no tiene dinero lo desconectan en otro intento de seguir sacando lascas., y que dicen de la pobre abuela expuesta en esa misa de cuba. Creo que debemos dejar de entender lo inentendible, al Taiger nadie lo obligo a consumir drogas ni a amenazar con inyectarle VIH a nadie. Al final es una mala persona. Ojala se salve y todas estas personas que hoy se rasgan las vestiduras por el no sean hipócritas y de verdad lo apoyen.