La humildad es agradable a Dios

    Durante el nivel primario de enseñanza, mientras diseñaba recursos mnemotécnicos para sortear el método escolástico que satisfacía a mis profesores de historia de Cuba, me di cuenta de que la cualidad «creció en el seno de una familia humilde» servía para caracterizar a la mayor parte de los héroes nacionales.

    La palabra «humildad» es harto versátil. Etimológicamente deriva del latín humilitas. El sufijo -itas puede traducirse como «cualidad de ser», y la raíz humus puede traducirse como «tierra». En consecuencia, la humildad puede entenderse como la cualidad de ser, o saberse, terrenal.   

    Precisamente la primera acepción de la RAE define la humildad como «virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo a ese conocimiento». Se trata de la humildad como valor. Una persona humilde sería aquella que, a pesar de su posición, logros, estatus, es capaz de reconocerse como igual al resto. Alguien que sigue sabiéndose humanus, humilem

    Asimismo, la humildad puede indicar sumisión según la tercera acepción de la RAE. En el cristianismo es una virtud. En Filipenses 2, 6-8 se lee: «qui cum in forma Dei esset non rapinam arbitratus est esse se æqualem Deo, sed semet ipsum exinanivit formam servi accipiens in similitudinem hominum factus et habitu inventus ut homo, humiliavit semet ipsum factus obœdiens usque ad mortem mortem autem crucis», lo que puede traducirse como «el cual, siendo de condición divina (Cristo), no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre, y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz».

    Humiliare —humillación— y humilitas —humildad— tienen la misma raíz, pero, mientras la humildad indica saberse humanus, de la tierra, igual al resto de los seres terrenales, la humillación revela sometimiento a un poder superior, regresar a la tierra como quien regresa a su lugar, acatamiento, obediencia.

    En última instancia, la humildad como origen socioeconómico. Lo registra la RAE en su segunda acepción: «Bajeza de nacimiento o de otra cualquier especie», aunque el Larousse lo hace de manera menos áspera: «Característica de la clase social que vive pobre, pero no miserablemente». Esta es, quizás, la acepción más consensuada en el imaginario de los cubanos.

    En 1961 Fidel Castro declaró el carácter socialista del proceso revolucionario, y utilizó la frase: «Compañeros obreros y campesinos, esta es la revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes».

    En el mismo discurso refirió: «¿Quiénes tienen las armas? ¿Acaso las armas las tiene el mercenario? ¿Acaso las armas las tiene el millonario?  Porque mercenario y millonario son la misma cosa. ¿Acaso las armas las tienen los hijitos de los ricos? ¿Acaso las armas las tienen los mayorales? ¿Quién tiene las armas? ¿Qué manos son esas que levantan esas armas? ¿Son manos de señoritos? ¿Son manos de ricos? ¿Son manos de explotadores? ¿Qué manos son esas que levantan esas armas? ¿No son manos obreras? ¿No son manos campesinas? ¿No son manos endurecidas por el trabajo? ¿No son manos creadoras? ¿No son manos humildes del pueblo? ¿Y cuál es la mayoría del pueblo? ¿Los millonarios o los obreros? ¿Los explotadores o los explotados? ¿Los privilegiados o los humildes?»

    De tal suerte, esta versión que hiciera Fidel Castro del discurso de Gettysburg donde Abraham Lincoln pronunció su icónico «this nation, under God, shall have a new birth of freedom, and that government of the people, by the people, for the people, shall not perish from the earth» (esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparecerá de la faz de la Tierra), es mucho más excluyente. No era una revolución para el pueblo todo, sino para los humildes en la segunda y, sobre todo, tercera acepción.

    Así que, amparados en la versatilidad del término «humildad», provenían del seno de una familia humilde tanto Quintín Banderas como Francisco Vicente Aguilera. El término se volvió una forma de homogeneización.   

    Personalmente, la humildad me interesa en su primera acepción. Poco me afecta el origen socioeconómico, y menos aún la capacidad de agachar la cabeza ante poderes paralíticos y anquilosados. Amén de quién pertenece a los copulativos o disyuntivos —o Copuletos y Disyuntescos—, me interesan los que se saben hijos de la tierra, de esta tierra, y son capaces de entenderse limitados y deficientes.

    He tenido a lo largo de los años amigos muy distintos entre sí, ridículamente diversos, pero si tuviera que igualarlos, diría que son humildes, en tanto modestos, terrenales.

    Suelo revelar en mis artículos las sombras del sistema de justicia cubano, porque de las luces se encarga Granma. Sin embargo, no se trata de una demonización de quienes ejercen la justicia que pueden. Conocí colegas bufos, de los cuales nada he de compartir. Pero también conocí seres admirables cuya belleza y virtud es esencial. No obstante, visibilizaré actos —no nombres— que no forman parte de ninguna leyenda judicial, sino que las narro en calidad de testigo presencial, y a sus protagonistas las conozco personalmente.        

    ***

    Un día de agosto un joven recorría las calles del Vedado con una desvencijada carretilla cargada de aguacates. Un tipo se acerca, pide tres aguacates y luego pregunta el precio. «Son tres CUC, mi viejo». Al fiscal general, que vivía en una Cuba subvencionada, ficticia, no le gustó el costo, y llamó entonces a su homólogo de la Policía Nacional Revolucionaria para denunciar al carretillero.

    El joven fue detenido y acusado de actividades económicas ilícitas: «El que, con ánimo de lucro, realice cualquiera de las actividades de […] venta de mercancías […] de las autorizadas legal o reglamentariamente sin poseer la licencia correspondiente […] incurre en sanción de privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas o ambas».

    El caso adquirió una injustificada prioridad investigativa, y en menos de 72 horas el joven se encontraba frente a una jueza, los aguacates confiscados, sin abogado defensor. El fiscal acusador, jefe municipal, garantizaba la pena máxima: un año de privación de libertad. Cuando comenzó el juicio, el joven explicó que era profesor de la enseñanza primaria, que en su patio había una mata de aguacates, y que en veranos aprovechaba las vacaciones para venderlos y apuntalar así su precaria situación económica.    

    Ni el fiscal general ni el fiscal jefe del territorio cedieron. Mantuvieron la solicitud de un año de prisión. La jueza escuchó al joven, se disculpó por no poder entregarle los aguacates confiscados, pues estrictamente el delito se había configurado y no podía absolverlo. Se disculpó también, con la mirada, por el berrinche de quien ejerce poder de manera tan déspota. Finalmente, la sentencia se redujo al mínimo que permite la ley, una multa de 100 cuotas del valor mínimo posible: un CUP. La sanción fue 100 CUP. El fiscal general protestó, el fiscal jefe también. La jueza remató: «el juicio ha concluido».

    Una jueza desatendiendo el petitum del mismísimo fiscal general en favor de un absoluto desconocido, de un humilde como Quintín Banderas, no como Aguilera.

    ***

    Juicio por tenencia de drogas. La acusada reconoció que consumía marihuana con un grupo de amigos en las afueras del teatro Bertolt Brecht. Las amistades comparecieron como testigos, confirmaron la eventualidad del acto, y señalaron que la acusada era madre soltera de una hija pequeña.

    Una sanción privativa de libertad sobre quien detenta la guarda y custodia de menores de edad acarrea consecuencias prácticas y jurídicas. Sin embargo, la Instrucción 170/2002 del Consejo de Gobierno del Tribunal Supremo Popular de la República de Cuba no hace distinciones, e indica severidad «[…] excepto cuando circunstancias muy calificadas aconsejen lo contrario […]».

    La jueza que presidía el acto consultó con superiores para defender la excepcionalidad del caso por las circunstancias personales de la implicada, y las consecuencias que podrían desprenderse de una sanción privativa de libertad. Los superiores respondieron negativamente al clamor de benevolencia. Al redactar la sentencia, la jueza se desentendió de la Instrucción 170/2002, y de la reafirmación de la misma que hiciesen sus superiores, e impuso una pena pecuniaria como sanción para la acusada. La decisión de un juez es incuestionable, pero si lo hace de una manera tan rebelde, puede acarrear consecuencias profesionales.

    La acusada agradeció el resultado al abogado, sin poder concebir que fue la propia jueza que la sentenció quien puso su carrera en juego por ella. Una jueza desatendiendo indicaciones directas del Tribunal Supremo, a riesgo de sanciones o cuestionamientos, en favor de una absoluta desconocida.

    ***

    Pasada la medianoche, la fiscal recibió una llamada del órgano de instrucción acerca de un doble homicidio en La Chorrera. Comenzó la investigación. La fiscal se dio cuenta de que los testigos señalaban a los fallecidos como agresivos, y al acusado como una persona pacífica, lo cual llamó su atención. Ordenó entonces una entrevista con el acusado. El Ministerio del Interior se rehusó por entender que el caso estaba esclarecido y no era necesario profundizar en la investigación.

    La fiscal insistió, y, al encontrarse finalmente al acusado, le dijo: «Aunque no lo creas, la única que puede ayudarte soy yo. Si me cuentas la verdad, y esa verdad te exculpa, yo misma me encargaré de demostrarla». El acusado relató agresiones por parte de los fallecidos, y una sucesión de movimientos defensivos de su parte. La fiscal creyó posible esa versión, y ordenó entonces un experimento de instrucción. El Ministerio se quejó, alegando que las muertes estaban esclarecidas y que la defensa del acusado le correspondía al abogado. La fiscal también se quejó y demandó que sus superiores la secundaran. Luego de reuniones, análisis, cuestionamientos, autorizaron a la fiscal a que ejerciera su autoridad.

    El experimento de instrucción se realizó con la abogada, médicos legistas, psiquiatras, peritos, instructores penales, el acusado, testigos y la fiscal. Se cerró La Chorrera para llevarlo a cabo. Al final del experimento, los médicos legistas y peritos refirieron que la versión del acusado era científicamente posible, y el psiquiatra no encontró razones para desconfiar. La fiscal tampoco, de ahí que concluyera que una de las muertes se había producido en legítima defensa, y la otra en exceso de legítima defensa, para lo cual pidió al Tribunal una sanción que no conllevara internamiento.

    Una fiscal enfrentando al Ministerio del Interior, e interpelando a la propia Fiscalía General en favor de un absoluto desconocido.

    ***

    Son tres historias, pero pudieron ser decenas. Una de sus protagonistas profesa simpatías por el sistema político cubano; el otro, aversión; y otra no se expresa públicamente ni en sus redes sociales, otra critica abiertamente el sistema, y otra no publicita su parecer.

    Casi todos los que alcanzaron la edad laboral en Cuba han servido al sistema de alguna manera. Pero a mí no me interesa quién grita más, sino quién obra mejor. Facta, non verba, dirían los romanos. Se le atribuye a Lucio Lactancio la frase «Humilitas cara et amabilis Deo est» (La humildad es agradable a Dios). Quizás esa vuelta a lo esencial sea una alternativa al tosco binarismo político nacional, una manera de homogeneizar a los cubanos todos, allende ribetes o brazaletes.

    spot_img

    Newsletter

    Recibe en tu correo nuestro boletín quincenal.

    Te puede interesar

    La Resistencia, los Anonymous de Cuba: «para nosotros esto es una...

    Los hackers activistas no tienen país, pero sí bandera: la de un sujeto que por rostro lleva un signo de interrogación. Como los habitantes de Fuenteovejuna, responden a un único nombre: «Anonymous». En, Cuba, sin embargo, son conocidos como «La Resistencia».

    Guajiros en Iztapalapa

    Iztapalapa nunca estuvo en la mente geográfica de los cubanos,...

    Selfies / Autorretratos

    Utilizo el IPhone con temporizador y los filtros disponibles. Mi...

    Un enemigo permanente 

    Hace unos meses, en una página web de una...

    Reparto: la otra relación entre Cuba y su exilio

    El dúo de reguetoneros cubanos Dany Ome & Kevincito el 13 aterrizó en La Habana el jueves 7 de marzo. Sin haber cantado jamás en la isla, son uno de los responsables del boom que vive actualmente el reparto cubano. La voz principal, Ome, llevaba casi 13 años sin ir a su país.

    Apoya nuestro trabajo

    El Estornudo es una revista digital independiente realizada desde Cuba y desde fuera de Cuba. Y es, además, una asociación civil no lucrativa cuyo fin es narrar y pensar —desde los más altos estándares profesionales y una completa independencia intelectual— la realidad de la isla y el hemisferio. Nuestro staff está empeñado en entregar cada día las mejores piezas textuales, fotográficas y audiovisuales, y en establecer un diálogo amplio y complejo con el acontecer. El acceso a todos nuestros contenidos es abierto y gratuito. Agradecemos cualquier forma de apoyo desinteresado a nuestro crecimiento presente y futuro.
    Puedes contribuir a la revista aquí.
    Si tienes críticas y/o sugerencias, escríbenos al correo: [email protected]

    spot_imgspot_img

    Artículos relacionados

    Guajiros en Iztapalapa

    Iztapalapa nunca estuvo en la mente geográfica de los cubanos,...

    Un enemigo permanente 

    Hace unos meses, en una página web de una...

    Parqueados en el cine

    Cuba: el romance cinéfilo de más de un siglo  El...

    Güines, entre la esencia y el descenso

    Doscientos años después, Güines resulta un pueblito venido a menos, sin cañas ni azúcar, poco a poco olvidado y abandonado, tanto por los jóvenes que emigran como por la administración y el relato nacional. Un lugar que vive de sus antiguas glorias, cada vez más lejanas.  

    2 COMENTARIOS

    1. En una historia tan surrealista que no logro describir (incluyó tres largos meses en el «órgano de instrucción más tenido de Cuba») fui sancionado en primera instancia a dos años de privación de libertad, subsidiado por trabajo correccional sin internamiento. Apelé y en el tribunal provincial mantuvieron los dos años. Pero ahora subsidiado por «limitación de la libertad» porque según la jueza yo era un científico brillante (jejeje primera vez que alguien me lo decía) y me había pasado la vida trabajando, así que el trabajo (de chapear) no iba a corregir nada. El cambio parece sutil pero la diferencia fue enorme para mi vida.

    DEJA UNA RESPUESTA

    Por favor ingrese su comentario!
    Por favor ingrese su nombre aquí