El retorno triunfante de Donald Trump, y el modo en que cambie el rumbo del país, especialmente si sus aspiraciones autoritarias no pueden ser refrenadas por las instituciones políticas, será ahora el principal legado de un presidente que se creyó excepcional.
A medida que avanzaba la noche —que empezó con poco movimiento— había más gente en las inmediaciones del Versailles. Los rostros, los ademanes y las voces de los congregados parecían cada vez más relajados, enérgicos y precisos; la alegría más contagiosa, más soberbia, y más estridente e imperioso el ruido de las bocinas y los motores de las camionetas y los autos deportivos sobre la calle 8. «Let´s go, Brandon», se escuchaba en un altavoz.
Hasta ahora, los demócratas habían evitado el error de Hillary Clinton de clasificar a los partidarios del otro bando como «deplorables», pero el presidente Biden los llamó «basura» y otros los han calificado de nazis o racistas. El miedo a Trump y a sus seguidores se ha vuelto el arma predilecta del último tramo de la campaña demócrata.
«Desde que yo soy chiquita siempre he escuchado que los demócratas son socialistas o comunistas, y nunca he visto que un candidato demócrata llegue a ser comunista durante su administración. Este país tiene programas sociales, como Medicaid, Medicare, Sección 8, los food stamps, pero las ayudas del gobierno no son ideas comunistas».
Como un pugilista que ha estudiado bien las tácticas y las debilidades de su rival, Harris ejecutó su plan a la perfección: sacar de quicio al expresidente provocándolo con temas que afectan su frágil ego a fin de empujarlo a la irritación y la rabia.
Más allá del alboroto mediático a corto plazo, y las consabidas condenas por parte de quienes promulgan una línea dura contra el régimen cubano, el impacto de estas decisiones será ínfimo y muy posiblemente breve.
El castrismo descubrió la «diplomacia de los cuerpos» cuando entendió que los presos podían funcionar como marcadores de valor para realizar transacciones. En otras palabras, contaba con una especie de moneda para negociar en momentos difíciles, solo que el valor del cambio no estaba asignado aquí a «objetos», sino a «sujetos».