«Cincuenta y ocho sillas» (2009-2016) forma parte de esa investigación visual mucho más amplia que constituye Habana Siglo XXI, de la fotógrafa cubana Damaris Betancourt.
Gracias a un efecto de sinécdoque —por contigüidad espacial o por la relación de objeto y función—, tenemos la fuerte sensación de que se trata en este caso de una nueva serie de retratos habaneros. Retratos sin rostros y sin cuerpos.
La silla como transeúnte inmóvil.
De este modo lo dice Betancourt: «Estas sillas se encuentran por toda la ciudad y parecen tener personalidad propia. Así he querido retratarlas».
«Como si estos muebles hubieran sido seres humanos en otra vida», prosigue la autora, «y en la infinita espera por un cambio en la sociedad, han terminado convirtiéndose en sillas».
Damaris Betancourt. Cincuenta y ocho sillas. 
Damaris Betancourt. Cincuenta y ocho sillas.
En efecto, conocido el contexto, La Habana de inicios de este siglo, parece evidente que asistimos a una premeditada declaración política. Una reflexión ineludible sobre el destino de la ciudad y la isla; ineludible como estos pequeños enclaves de silencio en medio del fárrago denso del subdesarrollo.
Nos explica Betancourt que «Cincuenta y ocho sillas», un proyecto concluido hace un lustro, presagiaba entonces «el año 58 del triunfo del totalitarismo en Cuba».
Damaris Betancourt. Cincuenta y ocho sillas.
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Este 2021, Damaris Betancourt ha publicado en la colección FluXus de Rialta Ediciones su libro Diez días en Mazorra —epílogo de Carlos A. Aguilera— con fotografías de su visita en 1998 al Hospital Psiquiátrico de La Habana. Algunas instantáneas de ese trabajo también fueron presentadas hace algunos años en El Estornudo.
(Fotografías autorizadas por D. Betancourt).
