Desde La Habana, la agencia EFE informaba el domingo pasado que la Empresa Eléctrica Nacional no tenía previsto apagones para esa noche de Navidad (en el horario de mayor consumo). 

Así que estas instantáneas de Jorge Bonet serían posibles durante toda esa pequeña eternidad que suponen la fe religiosa y el misticismo compartido, o bien la inercia de la tradición y el hábito laico de habitar, sin falta, cualquier festividad inmemorial que quiebre la opresiva marcha racional de un día detrás de otro.

Jorge Bonet. El arbolito cubano.
Jorge Bonet. El arbolito cubano.

«Los apagones han disminuido en los últimos días —al menos en La Habana— en una situación que mejora en comparación con el resto del año cuando los apagones eran diarios y prolongados», explicaba EFE, con aséptica condescendencia. «La crisis energética se reflejó en cortes en el suministro eléctrico de hasta 10 horas diarias y más en muchas zonas de Cuba, lo cual generó malestar entre la población».

Este es un estudio fotográfico —El arbolito cubano— sobre la Navidad de «quien no sabe qué es brindar».

Jorge Bonet. El arbolito cubano.
Jorge Bonet. El arbolito cubano.

«Hasta en los lugares más humildes existe el espíritu navideño», dice Bonet en su statement artístico: «todos disfrutan el proceso y con cariño embellecen sus pequeños arbustos [en] el lugar más acogedor».

La soledad, el desamparo (teo/ideo)lógico, la decrepitud material asoman entonces como por añadidura. Como una ofrenda, tal vez, que solo atestiguamos nosotros desde este lado de la imagen.

Jorge Bonet. El arbolito cubano.
Jorge Bonet. El arbolito cubano.

Bonet fotografía el retablo modesto —desangelado o sincrético— de la vida real. La fiesta incógnita de la existencia en la isla. 

Este diciembre entrañable y terrible de quien aún está aquí… y todavía sueña con mucha luz para su vida.

Jorge Bonet. El arbolito cubano.
Jorge Bonet. El arbolito cubano.

(Fotos autorizadas por Jorge Bonet).