pecadores cubanos
-
El otro viejo y el mar
Hemingway era un cojimero más. Casi todas las semanas se aparecía en su yate Pilar y lo dejaba cerca de la garita del telégrafo. De ahí caminaba hasta La Leonera, el viejo atracadero donde los pescadores se reunían después de cada jornada a tomar alcohol y contar historias de peces capturados y mujeres conquistadas.
Se utilizará de acuerdo con nuestro Aviso legal y de privacidad
Más Comentados
El dulce castrismo de Miami
Silvio, Pablo y el caos
Café, pollo o aviones