Raúl Cañibano es uno de los grandes referentes de la fotografía cubana contemporánea. En su obra confluyen armónicamente, como pocas veces, el nervio documental y la imaginación compositiva.

Sus piezas parecen inscribirse y, a la vez, huir resueltamente de cierta tradición iconográfica privilegiada en el imaginario isleño desde los años sesenta. Estas mismas estampas conforman una galería de gestos recursivos frente al discurso épico y totalizador de los grandes fotógrafos cubanos post-59.

  • Raúl Cañibano. Habana 2015.
    Raúl Cañibano. Habana 2015.

Lo que hay aquí es a lo sumo una épica celular, íntima (aunque se exprese en el espacio público), cotidiana en estricto sentido, fragmentaria o bien fractal, como si algo acabara de romperse. Cañibano fotografía esas astillas…

La selección constituye también una crónica mínima y solo aparentemente azarosa de la «Ciudad» durante los últimos treinta años. Cada una de estas imágenes —incluso, por un efecto de continuidad discursiva, esa donde solo vemos el mar adentrándose en la urbe solitaria— nos coloca ahora frente a una interrogante tan salvaje como inútil: ¿Y era este, después de todo, el futuro de aquella esperanza?

Raúl Cañibano. Habana 2005.
Raúl Cañibano. Habana 2005.

En cierto modo esta es La Habana después de la batalla y esta gente —incluso los niños— son los sobrevivientes de algo obsesivamente presente en su propia omisión.

Cañibano logra lo que casi nadie. Fotografiar con minuciosidad lo que no aparece en las imágenes. La ausencia. El absurdo esencial de cualquier modalidad de la existencia. El fin… Esas cosas.

Las fotografías urbanas de «Ciudad» son una estimulante contrapartida de su ya clásica «Tierra guajira».

  • Raúl Cañibano. Habana 2007.
    Raúl Cañibano. Habana 2007.

(Fotografías autorizadas por Raúl Cañibano Ercilla).