La última gran victoria de José Raúl Capablanca

    Entre el 24 de agosto y el 19 de septiembre de 1939 tuvo lugar en el Teatro Politeama, de la ciudad de Buenos Aires, la VIII Olimpiada Mundial de Ajedrez, que en aquella época se denominaba Torneo de las Naciones, organizado por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). Era la primera vez que la más importante competencia ajedrecística por equipos se realizaba fuera de Europa. 

    Cuba debutaba en un evento de esta naturaleza, con un equipo liderado por el ex campeón mundial José Raúl Capablanca e integrado por Alberto López Arce, Miguel Alemán Dovo, Rafael Blanco Estera y Francisco Planas García como suplente. Junto a ellos viajó María Teresa Mora, quien nos representaría en el campeonato mundial femenino, paralelo a la Olimpiada. 

    Contexto político mundial y vicisitudes de la organización

    La competencia se realizó en un complejo contexto internacional, marcado por los signos de la guerra. En marzo de 1938 se había producido el Anschluss, es decir, la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi. En septiembre de ese mismo año se firmó el vergonzoso Acuerdo de Múnich entre Alemania, Italia, Gran Bretaña y Francia, que aceptó la reclamación de Hitler de anexar a Alemania la región checa de los Sudetes, pero en marzo de 1939 las tropas alemanas invadieron Checoslovaquia, estableciendo un «Protectorado» en Bohemia-Moravia y una república supuestamente independiente en Eslovaquia, cuyo gobierno respondía a los intereses alemanas y húngaros. 

    Austria y Checoslovaquia habían dejado de existir como Estados. El equipo alemán se vio fortalecido por la inclusión de los austriacos Erich Eliskasses, uno de los mejores ajedrecistas de la época, en el primer tablero, y el Dr. Alberto Becker en el cuarto. Los checos pudieron participar con un equipo propio, pero la Federación Internacional de Ajedrez se negó a que usaran la bandera del Protectorado que exigía Alemania, por lo que pudieron utilizar la enseña tricolor de Checoslovaquia.

    A pesar de las diferencias políticas entre los diversos países europeos al borde de una guerra, todos sus ajedrecistas viajaron a la capital argentina en un solo buque, el «Piriápolis», alquilado para la ocasión.

    Aunque hubo récord de participación, con 27 equipos en la lid, se notaron las ausencias de Estados Unidos, ganador de las cuatro Olimpiadas precedentes, en 1931, 1933, 1935 y 1937, así como Hungría, ganador en las ediciones de 1927 y 1928, y también Yugoslavia, un equipo muy fuerte ya para aquella época. La Unión Soviética, por su parte, a pesar de que contaba con varios ajedrecistas de muy alto nivel, se mantenía al margen de la FIDE y por tanto de las competiciones oficiales de esta organización y no había participado en ninguno de los Torneos de las Naciones efectuados hasta entonces (su primera participación en Olimpiadas fue en Helsinki 1952).

    El gobierno argentino del presidente Roberto Marcelino Ortiz se había comprometido a apoyar económicamente la organización del torneo, pero poco antes del comienzo negó los fondos y la Federación Argentina de Ajedrez debió realizar colectas y actividades de recaudación desarrollados por los diversos clubes ajedrecísticos. 

    El lugar escogido para la competencia fue el teatro Politeama, sito en la famosa avenida Corrientes y para ello fue necesario levantar las butacas de la platea y nivelar el piso.

    El torneo se disputaría en dos fases, una preliminar, en tres grupos de siete países y uno de seis. Para la Final A, que disputaba la Copa Hamilton-Russell, se clasificaban los cuatro primeros equipos de cada grupo y los restantes disputaban la Final B con los lugares del 17 al 27 y la Copa Argentina, otorgada por el presidente del país.

    El Torneo de las Naciones

    A pesar de las ausencias significativas de los Estados Unidos, Hungría, Yugoslavia y la Unión Soviética, existía una gran expectativa por la presencia de Alexander Alekhine, que había recuperado su título en el match de revancha contra Max Euwe. El campeón lideraba el equipo francés. Euwe, en cambio, decidió no participar, aparentemente afectado por su derrota ante el ruso-francés. También estaría José Raúl Capablanca, a quien Alekhine nunca le concedió el match de revancha, amparado en las «Reglas de Londres», un recurso que solo hizo valer en las negociaciones con el cubano, ya que aceptó retos de jugadores más débiles sin que se cumpliera dicho reglamento. Entre los más destacados participantes estaban también el estonio Paul Keres, primer tablero de su equipo, quien había ganado junto al estadounidense Reuben Fine el fuerte Torneo AVRO de 1938, en el que participaron los ocho mejores ajedrecistas del orbe en aquel momento; el experimentado Ksawery Tartakower y el joven Mieczyslaw Najdorf se desempeñaban como primero y segundo tableros, respectivamente, del equipo polaco; la escuadra alemana la comandaba Erich Eliskasses; Gideon Ståhlberg y Erik Lundin fueron primero y segundo tablero, respectivamente, del equipo sueco; Karel Opočensky y Jan Foltys encabezaban el elenco checo y Roberto Grau el argentino; mientras el judío Moshe Czerniak lideraba el equipo de Palestina, territorio que en ese entonces se encontraba bajo Mandato Británico.

    La fase preliminar por grupos se desarrolló entre el 23 y el 31 de agosto y la fase final comenzó al día siguiente. Como es sabido, el 1 de septiembre se produjo la invasión alemana a Polonia, lo que fue seguido por la declaración de guerra de Gran Bretaña y Francia a Alemania dos días después, aunque las hostilidades reales entre estas potencias solo comenzaron tras la invasión alemana a Noruega y Dinamarca en abril de 1940. 

    Al concluir la fase previa, en el grupo 1 clasificaron Polonia, Bohemia-Moravia, Inglaterra y Brasil; en el 2, Letonia, Alemania, Chile y Francia; en el 3, Argentina, Lituania, Países Bajos y Dinamarca; y en el 4, Suecia, Estonia, Palestina y Cuba.

    El equipo inglés decidió abandonar la competencia y retornar al país, donde tres de sus miembros, el coronel Hugh Alexander, Philip Stuart Milner-Barry y Harry Golombek, fueron reclutados para descifrar códigos alemanes. 

    El estallido de la guerra creó un ambiente de tensión en la competencia. Palestina, equipo compuesto totalmente por hebreos, se negó a jugar con Alemania y este país exigió que se le declarara vencedor 4-0 por no presentación y a partir de aquí se planteó la negativa de Francia y Polonia de enfrentarse a Alemania. Los organizadores encontraron la fórmula «salomónica» de declarar empatados 2-2 los encuentros sin disputar entre Alemania-Palestina, Francia-Alemania, Alemania-Polonia, Bohemia y Moravia-Polonia, Bohemia y Moravia-Francia y adicionalmente, a pesar de que los argentinos habrían podido derrotar a Palestina, también este encuentro fue declarado empate.

    El equipo alemán, integrado por Erich Eliskasses, Paul Michel, Ludwig Engels, Albert Becker y Heinrich Reinhardt se impuso con 36 puntos, seguido de Polonia con 35½, Estonia 33½, Suecia 33, Argentina 32½, Bohemia-Moravia 32, Letonia 31½, Países Bajos 30½, Palestina 26, Francia 24½, Cuba con 22½, Lituania y Chile 22, Brasil 21, y Dinamarca 17½.

    Equipo alemán en la Olimpiada Mundial de Ajedrez de Buenos Aires, junto a la participante alemana en el campeonato mundial femenino en el que obtuvo el cuarto puesto. Foto: ara.org

    Las medallas individuales se otorgaron de acuerdo a los resultados de la fase final. A pesar de que no se enfrentaron entre sí, Capablanca superó a Alekhine, obteniendo la medalla de oro para el primer tablero con 8½ de 11 posibles y un rendimiento de 77.3 por ciento, contra 7½ de 10 del entonces campeón mundial que alcanzó el 75 por ciento de los puntos válidos para la presea de plata, mientras el letón Vladimirs Petrovs obtuvo el bronce con 73.1 por ciento.

    Los demás medallistas de oro fueron en el segundo tablero, el polaco Mieczyslaw Najdorf (conocido después por su nombre argentino Miguel) y el palestino Heinz Foerder, ambos con 75 por ciento; en el tercero el alemán Ludwig Engels (86.4 por ciento); en el cuarto el estonio Gunnar Friedemann (76.9 por ciento); y el mejor suplente fue el argentino Isaías Pleci (73.1 por ciento). 

    Al concluir el Torneo, varios competidores, la mayor parte de ellos judíos, decidieron no regresar a Europa. El gobierno argentino facilitó la posibilidad de que pudieran permanecer en el país legalmente y algunos obtuvieron la nacionalidad argentina. El equipo alemán completo decidió no regresar, algunos de ellos para el resto de sus vidas. También se quedaron en Argentina Najdorf y Frydman de Polonia; Ståhlberg de Suecia; Pelikán y Skalička de Checoslovaquia; Endzelins de Letonia; Lukis y Vaitonis de Lituania; entre muchos más. 

    Capablanca y el equipo de Cuba

    Según reseña el maestro Miguel Ángel Sánchez en su excelente biografía sobre Capablanca, a pesar de que Alekhine era el campeón mundial y que varios ajedrecistas jóvenes participaban en el Torneo de las Naciones, era el cubano quien atraía el mayor interés de la prensa y los aficionados. Una crónica publicada en el «El Gráfico» decía: «El espectáculo es Capablanca. Los diarios le dedican los más gruesos titulares. La concurrencia apiñada alrededor de su partida cada noche, vive sus incidencias, sufre cuando se halla en posición difícil y exulta de alegría cuando gana. Buenos Aires no se ha enterado que Capablanca ha perdido el campeonato del mundo, aunque lo haya perdido en nuestra ciudad. No se ha enterado, porque no quiere enterarse; y esa es la razón por la que no se enterará jamás».

    En la fase preliminar, Capablanca tuvo un desempeño modesto con 3 puntos de 5 posibles, aunque finalizó invicto. Venció al guatemalteco Vassaux y entabló con Czerniak, Keres, Ståhlberg y el noruego Rojahn. Francisco Planas tuvo el mejor desempeño en esa etapa, alcanzando 4 puntos de 5 posibles, también invicto, con tres victorias y dos tablas. Alberto López Arce obtuvo solo un punto de cinco posibles, con dos tablas y Miguel Alemán 2 puntos de cinco, producto de dos victorias y tres derrotas.

    El equipo cubano en Buenos Aires, de izquierda a derecha: Francisco Planas, Miguel Alemás, María Teresa Mora (participante en el Campeonato Mundial Femenino), José Raúl Capablanca, Rafael Blanco y Alberto López. Foto tomada de Cubatel.

    En la fase final, el ex campeón llevó el peso del equipo, obteniendo seis victorias y cinco tablas, que le valieron para obtener el mejor resultado en el primer tablero. Alberto López una victoria, un empate y ocho derrotas (1½ de 10); Miguel Alemán, tres victorias, cuatro empates y siete derrotas (5 de 14); Rafael Blanco, dos victorias y seis derrotas (2 de 8); y Francisco Planas, cinco victorias, un empate y siete derrotas (5½ de 13). De hecho, fue Francisco Planas, a pesar de ser el suplente del equipo, quien más partidas jugó en total con 18 frente a 16 de Capablanca.

    Una de las partidas de Capablanca que causó mayor interés fue su victoria sobre el campeón lituano Vladas Mikenas en la séptima ronda de la fase final.

    Imagen tomada de www.olimpbase.org 

    Tomando en cuenta la escasa experiencia internacional del equipo —con la excepción de Capablanca—, el resultado de Buenos Aires constituyó un rotundo éxito al ocupar la oncena posición entre 15 equipos participantes en la Final A.

    María Teresa Mora y el Campeonato Mundial Femenino

    La convocatoria al Torneo de Naciones se combinó con la celebración del campeonato mundial femenino, en el que participaron 20 jugadoras bajo el sistema Round Robin (todas contra todas) y donde participó la cubana María Teresa Mora Iturralde. 

    En el torneo ratificó su supremacía la ajedrecista británica de origen ruso y antes nacionalizada checoslovaca Vera Menchik, quien había sido la ganadora de todos los campeonatos mundiales femeninos anteriores: 1927, 1930, 1931, 1933, 1935 y 1937. Menchik se impuso invicta con 18 puntos de 19 posibles, producto de 17 victorias y dos empates. En segundo lugar finalizó su más fuerte rival en ese entonces, la alemana Sonja Graf, quien había sido retirada de la lista de competidores de su país por su oposición abierta al gobierno de Hitler, de ahí que jugara bajo bandera libre. Graf obtuvo 16 puntos, producto de 16 victorias y tres derrotas, y en tercer lugar finalizó la chilena Berna Carrasco, con 15½ puntos: quince victorias, un empate y tres derrotas. 

    María Teresa Mora compartió con la ajedrecista neerlandesa Catharina Roodzant las posiciones 7ª y 8ª, con 11 puntos de 19 posibles, para un 57.9 por ciento de rendimiento. Obtuvo diez victorias, dos empates y sufrió siete derrotas. Desde 1938 a 1960, cuando se retiró de las competiciones, fue la campeona indiscutible del ajedrez femenino en Cuba. 

    «El canto del cisne bueno de Capablanca»

    Buenos Aires constituyó el último gran triunfo de José Raúl Capablanca, ya en el ocaso de su vida, con una salud afectada por la hipertensión arterial. Solo tres años antes había ganado los fuertes torneos de Moscú y Nottingham. El primero en solitario, delante de Botvinnik, Flohr, Lilienthal, Ragozin, Lasker, Levenfish, Eliskases, Kan y Riumin. El segundo, compartido con Botvinnik, y superando a Euwe, Fine, Reshevsky, Alekhine, Flohr, Lasker, Vidmar, Bogoljubov, Tartakower, y los británicos Taylor, Alexander, Thomas y Winter. 

    Por aquellas fechas, el ídolo cubano aún trataba de gestionar la posibilidad de la revancha por el título mundial, algo que Alekhine nunca le concedió, poniendo siempre todo tipo de obstáculos, además de los económicos. Por eso, el gran maestro polaco-francés Ksawery Tartakower calificó el Torneo de las Naciones como el «canto del cisne bueno de Capablanca». El genio cubano falleció debido a un accidente cerebro vascular el 8 de marzo de 1942 en la ciudad de New York.

    Referencias:

    -Sánchez, Miguel A (2019). Capablanca. Leyenda y realidadEl rey destronado. Tomo II.

    -OlimpBase (2020). The Encyclopaedia of Team Chesshttps://www.olimpbase.org/index.php.

    -Wikipedia (2023) Campeonato Mundial Femenino de Ajedrez 1939. https://es.wikipedia.org/wiki/Campeonato_Mundial_Femenino_de_Ajedrez_1939.

    spot_img

    Newsletter

    Recibe en tu correo nuestro boletín quincenal.

    Te puede interesar

    El Cobre y sus masones

    Cada movilización se recibe como una chispa que la gente enseguida quiere aprovechar para encender de una vez y para siempre el fuego de la libertad. Junto con los gritos de corriente y comida, o cualquier otra cosa básica que escasea, más temprano que tarde, aparece el de libertad. Y una serie de expresiones irreverentes hacia las autoridades. Esta vez, Santiago destacó con una protesta a ritmo de conga que pidió a voz en cuelo «pinga pal presidente».

    De la Matrix a Santiago de Chile

    El autor de estas imágenes es alguien que fotografía...

    «Esta pared es del pueblo, úsela». Ausencia y grafiti en La...

    Mr. Sad lanzó en febrero de 2024 la convocatoria a su exposición personal con la intención explícita de donar su espacio a todos, y eligió como nombre y lema una consigna típica, un lugar común dentro de la retórica postrevolucionaria: «esta pared es del pueblo», poniéndola en crisis justamente por cumplirla y explotarla de manera literal.

    La conga de la protesta en Santiago de Cuba: «No hay...

    Las protestas por la escasez de alimentos y los prolongados apagones se replicaron este lunes 18 de marzo en la provincia de Santiago de Cuba, aun cuando el presidente Miguel Díaz-Canel se apresuró a dar por cerrado el episodio de indignación ciudadana

    Todo el mundo se eriza

    He visto, o más bien escuchado, un video de...

    Apoya nuestro trabajo

    El Estornudo es una revista digital independiente realizada desde Cuba y desde fuera de Cuba. Y es, además, una asociación civil no lucrativa cuyo fin es narrar y pensar —desde los más altos estándares profesionales y una completa independencia intelectual— la realidad de la isla y el hemisferio. Nuestro staff está empeñado en entregar cada día las mejores piezas textuales, fotográficas y audiovisuales, y en establecer un diálogo amplio y complejo con el acontecer. El acceso a todos nuestros contenidos es abierto y gratuito. Agradecemos cualquier forma de apoyo desinteresado a nuestro crecimiento presente y futuro.
    Puedes contribuir a la revista aquí.
    Si tienes críticas y/o sugerencias, escríbenos al correo: [email protected]

    spot_imgspot_img

    Artículos relacionados

    El insomnio de Ding Liren

    Las cámaras, las entrevistas y los reflectores asustan a Ding. Encuentra extraños, o inexplicables, los elogios, las celebraciones y la atención. Cualquier exceso, y hay pocas cosas que no le parezcan tal, lo hace retroceder, pero su delicadeza, al cabo, lo vuelve accesible.

    Víktor Korchnói, el temible

    Víktor Lvóvich Korchnói fue uno de los más fuertes...

    Bobby Fischer en La Habana

    El genio ajedrecístico estadounidense Robert James Fischer (Bobby) estuvo...

    Copa del Mundo de Ajedrez: en ruta hacia el Campeonato Mundial

    Recientemente concluyeron en Bakú, capital de Azerbaiyán, las copas...

    2 COMENTARIOS

    1. Se agradecen los excelentes artículos con interesantes curiosidades históricas sobre el genio cubano y las competencias en que participó. También los expertos comentarios.

    DEJA UNA RESPUESTA

    Por favor ingrese su comentario!
    Por favor ingrese su nombre aquí