Blanco fiero

    Rafael Blanco (La Habana; 1885-1955) fue testigo sentimental de la Cuba absorbente, entusiasta, burlona y frustrante que le tocó vivir. Los trazos de sus caricaturas, dibujos e ilustraciones, denotan niveles de síntesis y seguridad altamente seductores.

    Aun cuando era un caricaturista, la comicidad no era su carta de triunfo, sino la crueldad. Hay en su pericia de dibujante, un pulso sentencioso y totalmente despojado de arrogancia.

    «Observador y comprensivo, acecha en el momento culminante en que lo ridículo vence nuestra estética de máscaras cotidianas. Es un pesimista. Pero no un pesimista que elogia la revuelta melena de Schopenhauer. No. Es un pesimista que, sonriendo cruelmente, nos dice:

    »—Hombres de letras, pensadores profundos, amanerados de salón… he buceado en vuestras almas y he estudiado vuestras caras… Y aquí os doy lo que he visto, lo que vosotros mismos reconoceréis con un examen de consciencia realizado frente a un espejo…»

    Así lo describió Bernardo Barros en La caricatura contemporánea (1916).

    No es raro que muchos de sus contemporáneos lo consideraran un «revolucionario» del medio. Siempre parecerá el primero de los expresionistas que nos tocaron en suerte; hasta que no se encuentre alguno anterior y entonces nos desternillemos de la risa.

    Rafael Blanco es el humorista gráfico que encuentra la risa trazando otro camino. No contó con la popularidad de Eduardo Abela y su Bobo… ni siquiera con la de Torriente y el Liborio. Es el artista que apuesta por la «risa pesada», por el chiste que en realidad persigue lo grave.

    En pocos trazos hacía un retrato y planteaba una perspectiva. Dominaba la figura humana como el más aplicado de los academicistas (algo que se aprecia, sobre todo, en muchas de sus aguadas), pero con la misma soltura brincaba hacia lo más sintético y de inspiración asiática. Alguno de sus contemporáneos supo ver también lo «alemán», esa especie de churrecito nitzcheano, oscuro y abocado a la sospecha.

    Apenas sabemos de sus lecturas, pero llamó la atención de José Manuel Poveda. Algo poético e importante querrá decir eso.

    Se le asocia con Goya muy acertadamente. A mí quien me vino a la mente desde que vi su trabajo, fue Daumier… cosa que, si es un disparate, ojalá y sea un «Disparate goyesco».

    El caso es que su encanto era nada populista. Es exigente con el lector-espectador; a la altura de hoy se puede sentir aún. Los captions que acompañan muchos de sus trabajos para la prensa, son misteriosos, ambiguos.

    Ese personaje bigotudo, con sombrero de copa a ratos, que aparece en una viñeta pasándole al Prójimo una aplanadora, transmite ínfulas de Tio Sam espectral, de hombre del poder oculto. Está detrás de casi todo, aunque poco se puede atrapar al vuelo sobre qué papel juega exactamente en el imaginario de Blanco.

    Retrató al General Guás, a Don Loynaz del Castillo y a Jorge Mañach. Fue portada en Carteles y la Revista de Avance. Su galería de retratos de los miembros del gabinete de Gerardo Machado (expuesta en la sala permanente del Museo Nacional de Bellas Artes), es sublime, aunque no «luzca» mucho, por ser retraticos sobre cartón, opacos y poco vivaces, junto a las telas cromosaturadas de sus contemporáneos. Su obra se ha estudiado poco; sin embargo, las escasas señales —tanto de colegas que lo conocieron como de los expertos actuales— son inequívocas respecto de su importancia.

    Rafael Blanco fue el azote del choteo y de la pesadez divagadora de la intelectualidad de su época. Su seriedad y constancia tienen un merecidísimo lugar en la tradición, aunque el gran público tal vez no supo verlo en su momento. Cuentan que a partir de cierto punto dejó de producir; se sabía poco de él: encontró refugió en el ajedrez y anduvo por Nueva York. Mereció una partida con Duchamp, sin duda alguna. Va y el destino se la regaló. Lo innegable es que su fiereza ondea (con el cielo nublado de la cultura cubana de fondo) como bandera negra, con calavera rosa, y una cuchara y una tibia cruzadas. Tomó el mejor de los lugares sin ningún alarde.

    *Todas las fotografías de las obras de Rafael Blanco fueron tomadas en las páginas de la revista Signos (No. 18), liderada por Samuel Feijóo.

    spot_img

    Newsletter

    Recibe en tu correo nuestro boletín quincenal.

    Te puede interesar

    Cinco años en Ecuador

    ¿Qué hace un cubano que nadie asocia con su país natal haciéndole preguntas a los árboles? Lo único que parece alegre son las palomas, vuelan, revolotean, pasan cerca, escucho el batir de sus alas. Es un parque para permanecer tendido en el césped. A algunos conocidos la yerba les provocaría alergia, el olor a tierra les recordaría el origen campesino.

    La Resistencia, los Anonymous de Cuba: «para nosotros esto es una...

    Los hackers activistas no tienen país, pero sí bandera: la de un sujeto que por rostro lleva un signo de interrogación. Como los habitantes de Fuenteovejuna, responden a un único nombre: «Anonymous». En, Cuba, sin embargo, son conocidos como «La Resistencia».

    Guajiros en Iztapalapa

    Iztapalapa nunca estuvo en la mente geográfica de los cubanos,...

    Selfies / Autorretratos

    Utilizo el IPhone con temporizador y los filtros disponibles. Mi...

    Un enemigo permanente 

    Hace unos meses, en una página web de una...

    Apoya nuestro trabajo

    El Estornudo es una revista digital independiente realizada desde Cuba y desde fuera de Cuba. Y es, además, una asociación civil no lucrativa cuyo fin es narrar y pensar —desde los más altos estándares profesionales y una completa independencia intelectual— la realidad de la isla y el hemisferio. Nuestro staff está empeñado en entregar cada día las mejores piezas textuales, fotográficas y audiovisuales, y en establecer un diálogo amplio y complejo con el acontecer. El acceso a todos nuestros contenidos es abierto y gratuito. Agradecemos cualquier forma de apoyo desinteresado a nuestro crecimiento presente y futuro.
    Puedes contribuir a la revista aquí.
    Si tienes críticas y/o sugerencias, escríbenos al correo: [email protected]

    Julio Llópiz-Casal
    Julio Llópiz-Casal
    Se rumora que vive orgulloso de haber nacido en la misma ciudad que José Lezama Lima y Elvis Manuel. Escribe por vocación testimonial, hace diseño gráfico por necesidad poética y las artes visuales le salvaron de no convertirse en un intelectual orgánico más de su generación. Según algunos amigos, su mayor talento es el de encontrar la relación que existe entre la noche habanera de los 50, Marcel Duchamp, el Trap Music, Alice in Chain y todo lo demás.
    spot_imgspot_img

    Artículos relacionados

    Day Casas: la belleza escapista

    Hay algo en estos retratos de Day Casas que los alejan del típico fotoshooting para modelos Instagram y de la estética tropicaloide del videoclip cubano. Se intuye una pretensión high couture, un acabado tan detallado de las atmósferas que hace pensar en lo que está ocurriendo fuera de esa composición.

    Juana y su hermana

    Este 24 de febrero, a sus 98 años, murió Neris Amelia Martínez Salazar, la exempleada doméstica que nunca pudo domar a su otra yo. Dicen que también murió Juana Bacallao, que como vinieron al mundo juntas, juntas también se fueron. Pero eso nadie puede asegurarlo.

    Ochenta y ocho horas, casi cien

    Estos primeros días de febrero, Tania Bruguera tomó por asalto el museo Hamburger Bahnhof, un templo del arte contemporáneo en Berlín. Lo hizo con la performance 'Where Your Ideas Become Civic Actions (100 Hours Reading The Origins of Totalitarianism)', la misma que realizó en La Habana en mayo de 2015, cuando tenía la puerta de la casa taponada por retenes sucesivos de la Seguridad del Estado que le impedían salir a la calle.

    Lynn Cruz y La renunciación: «En el teatro, crear un grupo es como crear un país»

    Actualmente, Lynn Cruz termina su último proyecto: 'La renunciación'. Surgida desde el interés y la preocupación cultural, esta obra se realiza bajo las restricciones de un contexto autoritario; aun así, transpira compromiso y alerta.

    6 COMENTARIOS

    1. Pensar que caricaturistas de épocas pasadas denunciaban con maestría, humor y sátira a políticos y leyes que afectaban al pueblo y a la nación. Dónde está hoy el decoro y la integralidad moral de los que habitan la isla? Ciegos, sordos y mancos?

    2. Genial Blanco, el triunfo de la linea sobre la la planicie homónima.

      Posdata al certero Reinaldo:
      Ciegos y sordos no son, se hacen.
      Mancos tampoco, pero ven el hacha pendiendo sobre su brazo.
      Les falta el coraje de aquellos caricaturistas del pasado, les sobra indolencia y miedo.

    DEJA UNA RESPUESTA

    Por favor ingrese su comentario!
    Por favor ingrese su nombre aquí