La Habana: «Eldorado del Ajedrez» a fines del siglo XIX

    Fue el entonces campeón mundial de ajedrez, el austríaco nacido en Praga y nacionalizado estadounidense, Wilhelm Steinitz, quien denominó a La Habana como «El dorado del Ajedrez», en un artículo que publicó en el número de abril de 1888 en su revista The International Chess Magazine, según menciona el maestro Miguel Ángel Sánchez en su soberbia biografía Capablanca. Leyenda y realidad

    La capital de la colonia española se beneficiaba del auge económico de la isla, primer productor y exportador mundial de azúcar. Además, contaba con una posición geográfica privilegiada: su puerto en el centro del Mar Caribe y su cercanía a otros enclaves costeros fundamentales de la zona, como Veracruz y Cartagena de Indias. Igualmente, había una línea directa frecuente tanto desde Nueva York como desde New Orleans hasta La Habana. 

    La ciudad se convirtió en un importante centro cultural de América Latina, y casi cualquier figura que pasara por los lugares más importantes del este de Estados Unidos también recalaba en la capital cubana. Aquel esplendor era reservado para la sociedad blanca, incluso después de la supresión oficial de la esclavitud, aunque en el caso del ajedrez ocurrió una excepción notable durante la primera visita de Paul Morphy al país. 

    Paul Morphy / Foto tomada de www.jugadoresdeajedrez.com

    La gran bailarina austríaca Fanny Elssler bailó en el Teatro Tacón —hoy Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso»— en enero de 1841 en una escala de viaje hacia Nueva York, y su acogida fue tal que regresó al país al año siguiente. De igual forma, instituciones como la Sociedad Santa Cecilia, el Liceo Artístico y Literario de La Habana y el Teatro Payret, entre otros, fueron escenario de un relativo esplendor de música clásica y de la ópera, sobre todo italiana, a los que se unió en 1870 el Teatro Albisu, dedicado en sus inicios a la zarzuela.

    Como afirma el destacado historiador del Ballet Nacional de Cuba, Miguel Cabrera, «La Elssler» bailó nuevamente en Cuba en 1842, y en la década del cuarenta del siglo XIX visitaron la capital Hippolite Monplaisir, estrella de la Ópera de Paris y entonces ex partenaire de Madame Taglioni, y su esposa Adele, quienes estrenaron el pas de deux del segundo acto de Giselle, mientras en 1849 la Compañía de los Raveles interpretó el ballet completo.

    El mecenazgo cultural de las oligarquías peninsular y criolla fue complementado también con el apoyo y la difusión del ajedrez, que para muchos de sus adoradores tiene la virtud de combinar deporte con arte y ciencia.

    Instituciones ajedrecísticas y mecenazgo

    El Liceu Artístico y Literario de La Habana, fundado por Ramón Pintó en 1844, y ubicado en el edificio del Palacio del Marqués de Arcos, en la calle Mercaderes, agregó en la década del cincuenta una nueva sección denominada Círculo de Ajedrez, según dejaron constancia Rafael María de Mendive y José de Jesús Q. García en el tomo segundo de la Revista de La Habana, dedicado al período de septiembre de 1853 a marzo de 1854. El Círculo organizó diversos torneos locales, y según Francisco Folguera en su libro Biografía del Ajedrez Cubano, contaba para la época con decenas de miembros. 

    En 1836, ocurrió por primera vez la exhibición del fraudulento Autómata del Ajedrez, conocido como «El Turco», presentado por Johann Nepomuk Maelzel, y que tuvo otras apariciones entre 1837 y 1838. En realidad, el autómata lo operaba el maestro alsaciano William Schlumberger, quien contrajo la fiebre amarilla y falleció en La Habana en 1838. Tres meses después se produjo el deceso de Maelzel en el viaje de regreso a Estados Unidos a bordo del buque Brig Otis. Estos eventos causaron gran revuelo en la ciudad, pero más como espectáculo circense que como expresión de un interés significativo por el juego ciencia. 

    En 1855 apareció una sección dedicada a problemas de ajedrez en la revista editada por Mendive y García. Mientras tanto, en el oriente de Cuba, Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo tradujo del francés Las Leyes del Ajedrez, de Louis Charles Mahé de La Bourdonnais, libro que lanzó el periódico El Redactor y que constituyó la primera publicación cubana de ajedrez.

    En la década del sesenta, el ajedrez insular se vio impulsado por personalidades como Celso Golmayo, Blas Du Bouchet, Félix Sicre, Dionisio Martínez, Andrés Clemente Vásquez, y por el mecenazgo de banqueros como Francisco Fésser. Además, tanto en 1862 como en 1864 el genio estadounidense Paul Morphy visitó la isla. 

    Celso Golmayo / Foto tomada de Internet

    El Unión Club, fundado en 1880 en Zulueta y Neptuno, frente al Parque Central hasta que se trasladó al llamado Palacio de las Cariátides en el malecón habanero, creó su propio departamento de ajedrez y posteriormente establecieron un club para su práctica en el Círculo Militar.

    Sin embargo, el ajedrez logró su mayor consolidación institucional con la constitución del Club de Ajedrez de La Habana el 20 de abril de 1885, ubicado originalmente en una casona en la calle Mercaderes entre Obispo y Obrapía, en La Habana Vieja. Entre sus fundadores estuvieron Celso Golmayo, quien fue su primer presidente, Carlos J. Finlay, Antonio De Los Reyes Gavilán, Plácido Domínguez, Enrique B. Barnet, Antonio Fiol, así como los mecenas Arístides Martínez, Enrique Conill y Emilio Hidalgo. 

    Además de Morphy, otros grandes ajedrecistas de la época participaron en varios de los más importantes matches del siglo XIX efectuados en La Habana, y casi todos enfrentaron a los mejores jugadores de la isla en aquellos tiempos. Entre los más destacados vale mencionar al entonces campeón mundial Wilhelm Steinitz (1883, 1888, 1889 y 1892), su dos veces retador Mijaíl Chigorin (1889, 1890 y 1892), Isidoro Gunsberg (1890), Joseph Henry Blackburne (1891), el capitán George Henry Mackenzie (1887, 1889 y 1891) y el futuro campeón mundial Emmanuel Lasker (1893, aunque en el siglo XX volvería en 1906 y 1921, esta última vez para perder su título mundial ante José Raúl Capablanca).

    Chigorin versus Steinitz en La Habana / Foto tomada de www.chessgame.com

    La presencia de tales maestros de renombre mundial en la capital cubana fue asegurada por la labor de mecenazgo de algunos importantes banqueros y hacendados, así como de instituciones como El Casino Español de La Habana y el Unión Club. 

    Grandes eventos ajedrecísiticos en la capital cubana en el siglo XIX

    La presencia de Paul Morphy en Cuba en 1862 y 1864 fue el primer gran evento ajedrecístico en la isla, aunque no tuvo por objeto participar en competición alguna. El genio de New Orleans había deslumbrado al mundo en su primer viaje a Europa en 1858, cuando, después de ganar el campeonato de su país, se enfrentó y venció a varios de los mejores ajedrecistas de entonces, entre los que estuvieron Adolf Anderssen y Daniel Harrwitz. Sin embargo, nunca pudo concretar un match con Howard Staunton, debido a que el entonces campeón inglés rehuyó concretar el enfrentamiento. 

    El viaje de Murphy a La Habana en 1862, procedente de New Orleans, fue solo en tránsito hacia Europa, pero permaneció en la capital cubana durante tres semanas. Aunque ya había decidido retirarse de las competiciones, se enfrentó a varios de los más fuertes ajedrecistas de la isla, entre ellos Félix Sicre, quien era considerado campeón de Cuba. Sin embargo, resulta particularmente interesante su encuentro con el esclavo de Sicre, llamado José María, a quien derrotó en una partida a ciegas. A su regreso de Europa en 1864, desembarcó primero en Santiago de Cuba y luego se trasladó a La Habana para continuar viaje a New Orleans. En su segunda estancia, volvió a enfrentar a varios de los mejores ajedrecistas, entre ellos al español Celso Golmayo Zúpide, quien ya era considerado el más fuerte a pesar de su condición de no profesional. 

    La Guerra de los Diez Años, aunque no afectó directamente a la capital, limitó la actividad ajedrecística cubana, sobre todo debido al exilio de algunos de los promotores del juego ciencia, quienes tenían ideas independentistas. Al finalizar la contienda se realizaron diversos encuentros entre los maestros locales. En aquella época, Wilhelm Steinitz era considerado el más fuerte ajedrecista del mundo al derrotar a Adolf Anderssen y a Henry Bird en 1866, a Johannes Zuckertort en 1872, a Joseph Blackburne en 1876 y nuevamente a Zuckertort en 1886, en lo que fue considerado el primer match «oficial» por el campeonato mundial de ajedrez. 

    La capacidad de convocatoria de los medios ajedrecísticos de la isla, y sobre todo los premios en metálico que se lograban reunir con el apoyo de banqueros y hacendados, permitió organizar la primera visita de Steinitz a la isla en 1883, para un match con Golmayo, a quien derrotó 8½ a 1½ , así como a jugadores cubanos no profesionales en el Unión Club, con quienes se enfrentaba a la ciega (Sánchez, 2019: 40).

    La Habana fue la sede de los dos encuentros por el campeonato mundial entre Steinitz y su retador ruso, Mijaíl Chigorin, efectuados en 1889 y 1892. El primer match se efectuó entre el 20 de enero y el 24 de febrero de 1889, tanto en los salones del Unión Club como en el Centro Asturiano. Se pactó al mejor de 20 partidas, con un premio de 1.150 dólares estadounidenses. Si empataban a diez, el campeón retenía el título. En las diecisiete partidas disputadas, solo una, la última, fue tablas. A pesar de que en la séptima ronda el ruso lideraba el marcador 4-3, Steinitz terminó por imponerse 10 ½ a 6 ½, ganando consecutivamente las partidas 14ª, 15ª y 16ª. En su fabuloso libro Mis geniales predecesores, Garry Kaspárov cita lo que escribió Steinitz al finalizar el encuentro: «Fue un match entre un viejo maestro de la joven escuela y un joven maestro de la vieja escuela, y ganó la joven escuela a pesar de la edad de su representante. El joven maestro de la vieja sacrificó peones y piezas. El viejo maestro de la joven escuela llegó aún más lejos: sacrificó partidas enteras, para demostrar lo que entendía por fundados principios posicionales». (Kaspárov, 2003, t 1: 83).

    Chigorin regresó a La Habana para enfrentar al ajedrecista húngaro nacionalizado británico, Isidoro Gunsberg, en un match en el que se impondría quien primero obtuviera diez victorias y con un premio total de 200 libras esterlinas para cada jugador. Este encuentro, efectuado entre el 1 de enero y el 17 de febrero de 1890 en el Casino Español de La Habana, se consideró una especie de final de candidatos entre los posibles retadores del campeón mundial. Después de 23 partidas, cada uno reunía nueve victorias y tres empates, por lo que se decidió declarar el match empatado a 11½ puntos. Esto permitió a Gunsberg retar a Steinitz, ante el cual perdió en un match efectuado en New York entre el 9 de diciembre de 1890 y el 22 de enero de 1891, 8½ a 10½. Después de su derrota, Gunsberg abandonó el ajedrez competitivo.

    La Habana volvió a convertirse en La Meca del ajedrez al organizar un nuevo match por el campeonato del mundo entre Steinitz y Chigorin, con sede en el Centro Asturiano entre el 1 de enero y el 28 de febrero de 1892. Se declararía vencedor al primero que ganara diez partidas y, en caso de empate a nueve, sería necesario jugar tres más, con una bolsa de 2.000 dólares estadounidenses. En las doce primeras partidas Chigorin llevaba la delantera 5-3 con cuatro tablas. Steinitz ganó la 13ª y 14ª partidas y empató el match. Después de la 20ª partida estaban igualados a ocho victorias cada uno, la 21ª fue tablas, después de que el ruso no pudo concretar una ventaja en la apertura, y en la 22ª el campeón derrotó a su retador poniendo el marcado 9-8. A punto de sellar la partida, en el movimiento 32, Chigorin cometió un error y al darse cuenta se llevó las manos a la cabeza y se rindió. El encuentro concluyó 10-8 con cinco tablas y Steinitz retuvo su título. Se calcula que en esta partida final había más de mil espectadores. 

    Centro Asturiano de La Habana / Foto tomada de Ecured

    Entre las figuras más destacadas en el ajedrez cubano de la segunda mitad del siglo XIX, quienes enfrentaron a los fuertes jugadores que visitaron la isla, estuvieron además de Golmayo Zúpide, sus hijos Celso y Manuel Golmayo De La Torriente, Andrés Clemente Vásquez, Dionisio Martínez, Félix Sicre, Vicente Martínez De Carvajal, Alberto Ponce, Aureliano Medina y Juan Corzo.

    Celso Golmayo Zúpide, el más prominente de ellos, enfrentó en La Habana y derrotó a Morphy (3-2 en simultánea a la ciega), fue derrotado por Steinitz (2-9 en 1883 y 0.5 en 1888), MacKenzie (3-6 y ½ -5 ½ en 1887 y 4½ – 7½ en  1888), Blackburne (4-6 en 1891), Lasker (½ – 2½ en 1893), mientras que venció a Andrés Clemente Vásquez en dos oportunidades 7-0 en 1887 y 7-4 en 1890. 

    A fines del siglo XIX estalló la última Guerra de Independencia que, a diferencia de la primera, abarcó a toda la isla y concluyó con la intervención estadounidense en 1898. El conflicto bélico sacó a la capital cubana y al país del escenario ajedrecístico mundial aunque el famoso Club de Ajedrez siguió impulsando la realización de encuentros en los que participaban los más fuertes ajedrecistas del patio, hasta que a principios del siglo XX el genial cubano José Raúl Capablanca volvería a colocar a Cuba y a su capital en un destacado lugar en el panorama internacional del juego ciencia.  

    Referencias:

    Folguera, Francisco (2020) Biografía del Ajedrez Cubano. Publicación independiente.

    Gelo, James H. (2006) Chess World Championships. Volume 1. McFarland & Company

    Kaspárov, Gary (2003) Mis geniales predecesores. Tomo 1. Ediciones Merán

    Sánchez, Miguel Ángel (2019) Capablanca. Leyenda y realidad. Tomo 1. Editorial La Casa Vacía.Chessgames (2022)

    Chess Database and Community. www.chessgames.com

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    4 COMENTARIOS

    1. El ajedrez en Cuba en el siglo 19 sigue siendo objeto de estudios. El historiador Yandy Rojas también está trabajando en esa etapa del ajedrez cubano. Las visitas de Steinitz dieron a La Habana un enorme crédito mundial y qué decir de sus dos encuentros por la corona contra Chigorin.

      • Es muy interesante, maestro. Me llamó la atención cuando leí su maravillosa biografía de Capablanca. Yo conocía que se habían hecho los matches entre Steinitz y Chigorin pero desconocía muchas cosas que supe por su libro y por los otros textos que consulté. Lamentablemente, no tengo conmigo el libro de Carlos A. Palacios. Lo tengo en Cuba. Muchas gracias por su comentario.

    2. Estimado Mauricio de Miranda. Fue Carlos A. Palacio quien introdujo a los lectores cubanos sobre los importante acontecimiento del ajedrez en Cuba en el siglo XIX. Gracias a su guía otros que hemos estado interesados en esa historia del ajedrez insular previo a Capablanca pudimos organizar nuestras investigaciones y profundizar en el tema. Además conozco que otro investigador, Frank Folgueira, quien actualmente reside en Miami, también ha investigado a profundidad el mismo ciclo histórico, de manera que es de esperar que pronto conozcamos mucho más sobre esa etapa, sin lugar a dudas fecunda. Le agradezco sus palabras y al hecho de que reconocidas plataformas digitales ofrezcan sus espacios para ampliar los conocimientos en torno a la historia del ajedrez en Cuba, cuyos méritos e intensidad todavía no son apreciados debidamente.

      • Gracias a usted, Maestro por su importantísima obra. A Carlos A. Palacio lo conocí cuando ya era muy mayor y yo un niño. Recuerdo su parsimonia, su buen trato. Era un señor. Espero algún día tener conmigo el fantástico libro de Palacio. Saludos afectuosos.

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