Estamos a comienzos de octubre y el club Salamander Miami, ubicado en el barrio negro de Overtown, acoge el primer concierto de rumba del grupo Irawo Osa en la ciudad. El líder de la agrupación es Yuniscleybis Ramos, nieto de Diosdado Ramos, actual director de Los Muñequitos de Matanzas, e hijo de Bárbaro Ramos, primer bailarín de dicho grupo por más de 20 años.
Desde una puerta muy pequeña que pudiera confundirse con la pared, pero que en realidad es el camerino, salen ocho hombres con abrigos negros brillantes y una mujer con un vestido dorado de cola. Antes de que suban al escenario, explota una voz que canta: «Oro mayoko oggun afomode».
De último, con una chaqueta rojo, pantalón ceñido y gafas de sol negras, sube Yuniscleybis Ramos. La canción que todos escuchamos es un rezo yoruba que se utiliza en la santería cubana para presentar un iyawo a la sociedad. Algo muy parecido sucedía esa noche en el corazón de Overtown. El nacimiento de un grupo de rumba.
Yuniscleybis camina hasta el centro del escenario y, con unos movimientos que parecen brotar de cada uno de sus huesos, roza cada tabla con sus zapatos rojos y blancos. El talón marca un ritmo de golpes perfectos, cada uno mejor que el anterior. Todo el mundo comienza a gritar.
Poco a poco aumenta la velocidad de su baile. Sus dos pies se convierten en animales que golpean, quiebran, incendian y despedazan cada una de las tablas. De un salto baja hasta el centro de la sala donde lo está esperando su padre. Ambos juntan sus cabezas y se tocan la frente como un choque de trenes. Bañado en sudor, toca el piso con una mano y se detiene para hacer una reverencia.
Han pasado dos meses desde esa noche y estoy de nuevo en Salamander. Solo que ahora la sala esta vacía y completamente iluminada. No encuentro en el muchacho que está sentado frente a mí este mediodía ninguno de los rasgos salvajes que tenía el bailarín de chaqueta roja aquella noche inicial. Sin embargo, son la misma persona. Yuniscleybis quiere hablarme de su grupo y de su objetivo. Quiere contarme que vino a Estados Unidos solamente a traer de vuelta la rumba.
A pesar de que la comunidad de cubanos en Miami es predominante, no existe una tradición de rumba como en Nueva York. ¿Crees que Irawo Osa, el grupo de rumba que estás liderando, cambie ese panorama?
Pienso que sí porque no hay muchos grupos de rumba ahora mismo acá en Miami, aunque antiguamente estuvo muy firme el género con Philbert Armenteros y Los Herederos. Actualmente no están aquí, pero esa agrupación tuvo mucha relevancia e hizo un grupo folclórico también. Pienso que Irawo Osa va a llevar la rumba no solamente aquí a Miami sino a Estados Unidos. La idea de Irawo Osa surgió hace más de diez años y con ese pensamiento grabamos nuestro primer disco en la Egrem en Cuba.
Yo me presenté a hacer dos temas por mi cuenta, a ellos les gustó y entonces me llamaron para hacer un disco profesional. Rolando Luna fue el productor del disco y participaron grandes exponentes de la música cubana como Rodney Barreto, Julito Padrón, Alejandro Delgado, Juan Carlos Marín «el trombón de Santa Amalia», Jorge Reyes, entre otros.
Siempre tuve la inquietud de tener mi propia agrupación porque en Los Muñequitos de Matanzas, que es donde he estado toda mi vida, el grupo de mi familia, donde mi abuelo es el director y mi papá el primer bailarín, no podía hacer muchas cosas que estoy haciendo. Irawo Osa siempre lo pensé aquí en los Estados Unidos, no sabía ni cómo iba a llegar, pero sabía que era aquí. Yo vine solamente a hacer eso.
¿Por qué crees eso?
Los Muñequitos de Matanzas es un grupo tradicional que toca una rumba tradicional. Siempre quise hacer algo más moderno, porque somos jóvenes y las etapas van cambiando. En Irawo Osa pongo una rumba tranquila pero después le hago otras fusiones. El disco de Irawo Osa tiene piano, batería, guitarra y otros instrumentos musicales que no son de la rumba, pero los incluí porque dan otra sonoridad y nos pueden abrir puertas. Estoy yendo paso a paso con esa rumba criolla, pero con otros instrumentos integrados para que la gente nos vaya conociendo.
¿Siempre estuvo guiado tu destino de ser rumbero por ser nieto de Diosdado Ramos e hijo de Bárbaro Ramos?
Sí, desde que nací. Yo desde los ocho años estoy bailando con Los Muñequitos de Matanzas. Nací en esa familia, mi papá es lo que veo y lo que he visto siempre. Además de mi abuelo, mis tíos, mis primos, porque en la casa todo el mundo es rumbero. Desde los tres o cuatro años ya estaba cantando canciones de rumba. Luego fui creciendo y entonces en Los Muñequitos… siempre ha existido el espacio para los niños y las nuevas generaciones.
Mi papá fue el primer niño, después mi primo que es mayor y luego fuimos nosotros, incluyendo a Jaime Ramos, que está conmigo aquí y es mi mano derecha. Luego de nosotros hubo una niña, eso siempre ha existido. Nadie nos enseña, vemos bailar a los grandes y ya. Cuando crecí fue que entendí que eso era lo mío, porque cuando uno es joven no está bien concentrado en lo que hace, ni en quién eres. Solo repites lo que los demás hacen. Cuando pasó el tiempo y fui creciendo y entendí que ese era mi mundo, empecé en verdad. Me fui a La Habana, estuve cinco años allí y aprendí mucho de la rumba habanera más lo que ya yo traía de la matancera. En mi grupo he unido esas dos rumbas, que puedo decir está sucediendo con nosotros nada más porque muchas personas no conocen los dos estilos que son completamente diferentes. Y así cada día he ido creciendo y la disciplina de mi papá ha sido imprescindible para mí, me ha llevado a ubicarme y tener metas.
¿Quisiste ser otra cosa?
En realidad, no. Cuando niño fui deportista y pasé por todos los deportes: el baloncesto, la lucha y muchos más. Estaba de aquí para allá, pero todos me decían «tú estas luchando, pero eres rumbero», como diciéndome que eso no era lo mío. Esas cosas me aportaron a lo que estoy haciendo hoy, porque en el baile hago acrobacias, por ejemplo. Pero siempre tuve la idea fija de ser rumbero y no otra cosa.
¿Has tenido ganas de incursionar en otros géneros musicales como el reguetón o el reparto?
En realidad, no. Es algo que no tengo instalado. Escucho de todo porque el reparto es ahora mismo un género popular pero nunca me ha interesado hacer otra cosa que no sea rumba.
¿Te consideras primero bailarín y después musico o viceversa?
Primero soy bailarín. Ser bailarín es la tradición familiar, mi abuelo es bailarín al igual que mi padre, mis tíos y mis primos. También hay varios bailarines y músicos en la familia como mi tío y algunos primos. Yo como desde los seis años tocaba la clave. Cuando llegué a La Habana empecé a mirar todo lo que estaba pasando, cómo se vive más la rumba allí, porque Matanzas es la cuna de la rumba, pero no hay tantas agrupaciones ni tanta competencia. La competencia es muy importante porque te lleva a ponerle empeño a las cosas que haces, a estudiar y a dedicarte realmente a lo que tienes que hacer. Definitivamente es el baile lo principal para mí, la música llegó después, pero te puedo decir que la música me encanta. Yo bailo siempre, aunque sea un momentico, porque la gente me lo pide y es mi fuerte. Hay ocasiones que la gente espera más que baile, antes que toque o cante. Gracias a Dios estudié y estuve al lado de todos los grandes también, porque me han guiado muchas figuras excelentes que ya no están y otros que sí. Entonces uno va mirando y aprendiendo.
¿Qué significa para ti compartir escenario con tu padre?
Es bien sabroso, lo disfruto mucho y ha sido así por muchos años. Estoy bailando con mi papá desde muy chiquitico, con él diciéndome «ponte aquí» o «ponte allá». Mi papá tiene mucha disciplina por eso está en tan buena forma física a sus 52 años y baila conmigo como si tuviese mi edad. Hay veces que yo salgo y pongo la pista caliente y él sale y dice «cuidado, que yo soy el maestro aquí». Es una alegría tremenda porque también he bailado con mi abuelo, con mis tíos, es como una competencia familiar de una manera sana, por supuesto, pero eso es lo que te lleva a prepararte cada día. Muchas personas han comentado que yo estaba en Los Muñequitos de Matanzas por mi abuelo o por mi papá y yo decía «sí, está bien», pero después supe lo que tenía que hacer. Estudié mucho el mundo de la rumba y hoy puedo decir que muchos conocen mi trabajo. Además, en La Habana bailé con todo el mundo, con Yoruba Andabo bailaba casi siempre. También bailé con Osain del Monte, hice un recorrido por todos los grupos rumberos y con diferentes rumbas que me ha aportado mucho.
¿Estar en una familia con una tradición rumbera tan fuerte te presionó en algún punto de tu vida o no?
Sí, claro. Tienes que llevar lo que haces a un nivel y a una altura donde ya tu familia lo ha puesto. La gente eso espera de ti. Es una gran presión porque no es cualquier rumbero, no es cualquier persona, estamos hablando de personajes como mi padre y abuelo, que son historia en la rumba. Entonces a uno le toca hacer lo mismo. Tengo a mi hijo también de cinco años y ya desde que tenía un año tocaba la clave. Parece que como yo estudiaba en la casa, pues él escuchaba y ahora mismo que ya es más grande salió un vídeo de él con la clave y la tumbadora. Todo el mundo me preguntaba que cómo el niño puede hacer eso, porque yo con cinco años no hacia ni la mitad de lo que él está haciendo.
¿Por qué los jóvenes cubanos dentro y fuera del país deberían consumir rumba actualmente?
La rumba es la madre de la música cubana. De la rumba sale el son, del son la salsa y la timba, todo ha ido avanzando, pero el punto inicial es la rumba y ahí es donde está la clave. Hoy mismo, en la música de reparto están poniendo siempre la clave en sus temas. De hecho, Chocolate MC dijo en una entrevista que él saco el reparto por Los Muñequitos de Matanzas y Yoruba Andabo, que esas fueron una de sus inspiraciones para el género repartero. La rumba también es un género de la calle como el reparto, ambos están bajo la clave negra, que es la dos más tres. Ahí está la base de todo, en la clave. Si uno toca el yambú matancero es como si fuera una salsa, pero eso viene de la raíz de la rumba, al igual que la clave blanca, la tres más dos. El son es el género que hace popular esto, pero viene del yambú.
¿Cómo escoges tus zapatos para bailar?
En realidad, mi papá es el caballo en eso y él me ha enseñado a escogerlos. Cuando era más joven iba a las actividades con mis zapatos normales, no le prestaba atención al tema, pero él siempre ha ido a los lugares con su traje de bailar, su camisa, sus zapatos profesionales y me creó la disciplina de hacer lo mismo. En los últimos tiempos los zapatos los he comprado en Italia y para mí ahí están los mejores zapatos de baile. En Italia se baila mucha música cubana, mambo, salsa, rumba, géneros musicales que en Cuba ya ni siquiera se bailan tanto. Entonces allí se ha creado una comunidad bien fuerte en el comercio de los zapatos. Los zapatos son super importantes a la hora de bailar porque no es lo mismo bailar en tenis que con unos zapatos profesionales: visualmente hay mucha diferencia, al igual que a la hora de bailar y hacer los pasos.
¿Qué te gusta hacer fuera de un escenario?
En realidad, yo casi siempre estoy en esto. Soy muy tranquilo cuando estoy en la casa, lo que hago es estudiar tres o horas cuatro cada día. Quizás salir a comer, pero de manera general muy tranquilo.
Cántame un fragmento de tu rumba preferida.
Esta rumba se llama «Óyelo de nuevo» y fue un tema de Los Muñequitos de Matanzas en un momento que, luego de un tiempo en que se desintegraron, se unieron otra vez y sacaron este tema, como diciendo «estoy de nuevo aquí».
«Un día yo salí de mi casa, de mi casa
Con la mente muy entretenida
Después yo fui el sorprendido
Con cosas que aquí se dan
De nuevo aquí tienen a Los Muñequitos
De nuevo aquí tienen a Los Muñequitos
Ahora sí es verdad
Que aparecieron
Aquí están
Venid para que aprecien su valer
Venid para que aprecien su valer
No le temen a la calumnia
Ni les sorprende la injuria
Aquí están
Los Muñequitos en la calle,
Hablen habladores
Los Muñequitos en la calle,
Hablen habladores.»