Similares, diferentes… Gemelos como incógnita y confirmación de la...

Doscientos años después, Güines resulta un pueblito venido a menos, sin cañas ni azúcar, poco a poco olvidado y abandonado, tanto por los jóvenes que emigran como por la administración y el relato nacional. Un lugar que vive de sus antiguas glorias, cada vez más lejanas.  

Cuando llega la calma y por fin amaina la tempestad, sobreviene el extrañamiento, el estupor o el asombro ante el semblante del caos y la fatalidad.

«La lista nunca estará completa, porque las canciones de Marta Valdés van y vuelven con vida propia, sobrevuelan fronteras de todo tipo —geográficas, genéricas, estilísticas, polisémicas— y conquistan nuevas voces, otros modos de entenderlas y asimilarlas. Es el modo único en que Marta nos dice que no ha partido, que no hay otro obituario que sus canciones. Ella está aquí, en sus palabras».