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¿Qué están comiendo los cubanos? ¿Qué les gustaría comer?

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Cuando el gobierno cubano no pudo dar leche a los niños, les dio sirope. Cuando no pudo dar a las familias las cuatro libras de azúcar de su cuota mensual, las rebajaron a tres. Cuando no pudo venderles el pan de 80 gramos en las bodegas locales, les vendió el mismo pan pero con 30 gramos menos. 

Los cubanos no ven el fin de la crisis que hoy viven, empeorada con la pandemia de coronavirus y la caída del turismo, y montada sobre los hombros del eterno Periodo Especial

Recientemente, los ministros de Economía y de Energía y Minas aparecieron en la Televisión Nacional para pedir confianza en la Revolución y el Socialismo, aunque reconocieron que no hay café para tomar en las mañanas, luz para ver la telenovela y transporte para ir al trabajo.

En un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se reconoce que «la disponibilidad de alimentos en los mercados locales ha ido disminuyendo desde 2019 debido al bajo nivel de producción nacional y a las importaciones». 

Pero no solo ha disminuido la oferta; los alimentos que se encuentran están a precios exorbitantes, muy por encima de lo que cubren los tres mil 800 pesos cubanos que son hoy el salario promedio en el país. 

Un estudio del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OACDH) reveló que el 62 por ciento de los cubanos encuestados tiene problemas para comprar lo esencial para sobrevivir, y casi la mitad aseguró haber dejado de comer por falta de dinero o recursos para adquirir alimentos. 

En medio de este panorama, donde una libra de tomates se ha valorado en 600 pesos cubanos, casi igual que la de carne de cerdo, donde muchos no tienen acceso a la compra de productos en las MIPYMES, donde la economía es cada día más dependiente de las importaciones, y además se ha visto afectada por las propias limitaciones de sus principales socios comerciales, ¿cómo se las arreglan los cubanos para seguir poniendo un plato en la mesa?

Personas de diferentes provincias accedieron a compartir con El Estornudo algunos de los platos que preparan en su día a día. ¿Cuál es tu comida favorita?, ¿qué comes durante la semana?, ¿qué te gustaría comer mañana?, o ¿cuánto gastas en hacer una comida como la que te comerás hoy en la noche?, fueron algunas de las preguntas. 

«Hoy en la noche no sé qué comeré», asegura Yiselle Rodríguez, desde el municipio Colón, en Ciego de Ávila. 

Rodríguez, quien compartió algunas fotos de su refrigerador, dice que durante la semana «se come lo poco que aparece, y al precio que lo puedas pagar». No obstante, lo que gasta en un día para comer es relativo: «aunque siempre superior a los mil pesos, y cuidado no más». 

«En estos momentos un cartón de huevo cuesta de dos mil 500 a tres mil pesos. Una libra de frijoles está a 400 pesos; una caja de pollo, en 12 mil, y el arroz, en 150», dice. 

Las pastas son la comida favorita de Rodríguez, y si le preguntas qué le gustaría comer mañana esta es su respuesta: «Creo que con la odisea que pasamos los cubanos esa pregunta ya hoy ni se hace, pero de preferencia pastas». 

Sara Ávila, de 70 años y residente en la provincia de Holguín, también prefiere las pastas, y es precisamente eso lo que pretende cocinar hoy en casa. 

«Voy a hacer unos espaguetis, con una buena salsa de tomate Vima y queso Gouda», anuncia. 

Ávila, cuyos hijos viven en las Islas Canarias (España) y Kentucky (Estados Unidos), reconoce que no es «de las más desprotegidas», gracias a que sus hijos «viven en el exterior». 

Sara Ávila muestra su refrigerador / Foto de cortesía

Con las remesas que ellos le mandan, trata de variar el menú semanal. También le encanta el arroz amarillo con pollo y salchichas. 

«Yo veo lo que pasan mis vecinos. Trato de ayudar hasta donde puedo. Yo vivo en Holguín y digo que vivo en Dubái, porque muchas cosas están hasta más caras que en La Habana», dice. 

Dani González no es muy exigente a la hora de comer. Le encanta el arroz moro, acompañado de yuca, masas de cerdo fritas y ensalada mixta. 

«No son ingredientes difíciles de conseguir, pero cuestan mucho y hay otras cosas con más prioridad que darte un gusto en la comida», sostiene.

Dani González muestra comparte su plato de comida / Foto de Cortesía

Durante la semana, González, quien vive en La Habana, come «lo que pueda resolver». 

«A veces es arroz con picadillo o pollo. A veces, arroz y alguna vianda hervida; en otras ocasiones solo vianda hervida», cuenta. 

Hoy, por ejemplo, comió arroz y frijoles, una comida que le costó 600 pesos, sin contar lo que gastó en sazones. Mañana comerá ensalada, arroz, que pagó a 200 pesos la libra, y picadillo, que le costó 350. 

Si tuviera que elegir qué comer mañana se quedaría con algo «que venga del mar».

«Algún marisco o algo similar. Es que hace mucho que no sé qué se siente», dice.

Una cubana de Mantilla, en La Habana, quien pidió permanecer en anonimato, asegura que durante la semana lo más fácil y asequible es el pollo o el picadillo. Hoy, sin embargo, comió mollejas. 

«Hoy comí yuca, con mollejas, ensalada de aguacate y habichuelas. Quiero decirte que el paquete de mollejas costó mil 200 pesos; dos yucas, 100 pesos; el aguacate, 100; el paquete de habichuelas, 80… Sin contar el ajo y el puré para sazonar», dice. «Y, de hecho, ese paquete de mollejas tiene que darme para tres o cuatro comidas».

En las mañanas, le gustaría tomar un café con leche, galletas de soda con mantequilla, mayonesa o queso. Pero dice que es imposible. Su comida favorita es el arroz con pollo, aceitunas y petipuá. En la ensalada no piensa: «porque están en las nubes, y del postre ni hablar», añade. 

Lucy Corona, de 55 años, también prefiere la comida criolla: congrí, cerdo asado, yuca y ensalada. No obstante, a lo largo de la semana suele comer huevo o pollo, con arroz y frijoles. 

Hoy, cuando se disponga a cocinar, habrá gastado 600 pesos en total: 130 en arroz, 250 en papas, 40 en platanitos y 180 en carne. Esa es solo la comida de hoy, y mañana los gastos serán otros. 

Una foto de la mesa servida de Lucy Corona / Foto de Cortesía

Lo mismo sucede con Zulema Paz, de Bauta, a quien se le antojó comer sopa. 350 pesos una malanga, 50 un paquete de sazón Goya. Realmente le hubiese gustado comer espaguetis con camarones, o langosta, «pero lo que hay es pollo o picadillo». 

Su vecina, Mariela Torre, ha preparado lentejas a falta de frijoles y picadillo a falta de un bistec. Las lentejas costaron 600 pesos; el boniato, 80 la libra, y pagó 50 por un aguacate. «¿Pero qué es lo que me gustaría comer?», dice «Imagínate, un congrí y un buen bistec de puerco».