Uno de los muchachos, con libreta y lápiz en mano, inscribe a quienes van llegando. Nombre, apellidos y firma. Dice que así sabrán quiénes se preocupan y vienen a echar una mano. Algunos están fabricando sus propios utensilios de limpieza.

En otros tiempos esta fue la ciudad del futuro. Alamar.

Roberto Palomo. Alamar: Obra en rehabilitación.

Era 1971 y Cuba padecía graves problemas de vivienda. Alamar fue elegida para albergar a miles de trabajadores. El plan sería ambicioso. Esta se convertiría en la ciudad ideal para el «hombre nuevo» de la Revolución. La ciudad sería construida por sus propios moradores. Cada vivienda se asignaría en asambleas teniendo en cuenta, primero, los méritos y, luego, la necesidad.

En 1975, Alamar tenía ya seis escuelas, ocho círculos infantiles, tres centros comerciales, una mueblería, una fábrica de confecciones textiles, un policlínico, un cine, un anfiteatro, 10 terrenos de voleibol, una terminal de ómnibus y una planta de tratamiento de agua. En una de sus visitas, Fidel Castro dijo: «Como ustedes ven, la concepción de esta urbanización implica la solución de todos los problemas sociales de la comunidad. Los vecinos tienen la escuela cerca, el círculo infantil está cerca, el policlínico, los servicios comerciales y los centros de recreación están cerca. Esta es la concepción con que se desarrolla la comunidad. Es una comunidad cien por ciento proletaria».

Roberto Palomo. Alamar: Obra en rehabilitación.

Pero sabemos que nada dura para siempre, y en Cuba eso se confirmó en los años noventa, tras el colapso de la Unión Soviética. Fidel Castro llamó «Período Especial» a aquella crisis, que aún no se ha logrado dejar atrás.

Hace algunos años, estos muchachos descubrieron los vestigios de la que fuera la piscina más grande de Latinoamérica. Grietas, maleza y escombros. El mar, a escasos metros, embiste con rabia y ha derribado algunos muros. En un costado se lee: «¡Piscina de Alamar, Obra en Rehabilitación!» Por lo menos 10 años hace que ese cartel está allí.

Roberto Palomo. Alamar: Obra en rehabilitación.

Atrás quedaron los tiempos en que los padres de estos chicos se organizaban en microbrigadas para construir sus propias casas. Sin embargo, hoy vuelve a haber trabajo voluntario.

Uno de los muchachos dice que limpian la piscina «por dos razones, una: para patinar con más amplitud y embellecerla un poco. Y la otra: simplemente para ver quiénes sienten verdadera pasión por ella».

  • Roberto Palomo. Alamar: Obra en rehabilitación.

Alamar es hoy la ciudad del pasado. La monotonía de su arquitectura aplasta el ánimo. Las calles sin nombre desorientan… La piscina es una vía de escape.

Son más de 20 muchachos de entre 12 y 30 años. Escobas prestadas, machetes para cortar la maleza. Las patinetas sirven para acarrear escombros. Su pequeña revolución contra la desidia y el aburrimiento en un país en el que ya nada cambia.

(Fotos y texto: Roberto Palomo).