Cien días de guardería

    Un elefante se balanceaba

    sobre la tela de una araña.

    Como veían que resistía

    fueron a buscar otro elefante. 

    Canción tradicional infantil

    Me gusta la palabra guardería porque rima con todas las palabras bonitas del idioma español que terminan en ía, como: anarquía, fotografía, filosofía, sabiduría, mampostería, abrazaría, sucedería, todavía y melancolía. Ellas solas forman un arco de lo mejor que tiene un ser humano: su individualidad. No incluí poesía porque estoy dejando de creer en la poesía. Sé que no debería, porque mi verdadero trabajo es ese, pero tal vez dejando de creer en su poder pueda encontrarla de nuevo, temblorosa, detrás de un pensamiento.

    El país donde nací no tiene guarderías sino círculos infantiles. Se les llama círculos infantiles a los establecimientos donde cuidan a los niños a partir de los seis o nueve meses de edad hasta la edad preescolar. Los círculos infantiles en Cuba, como casi todas las cosas, están deteriorados. Ya antes de venir a Miami, yo veía sus fachadas derruidas y despintadas; imagínate los interiores. Las maestras y las auxiliares están cansadas y tristes, no pueden más con tantos muchachos.

    La primera vez que pisé un círculo infantil yo debía tener dos años, pero recuerdo perfectamente, como si fuera hoy, el sonido de las ruedas del cochecito pasando por la acera previa a la entrada del lugar. A cada zona o área de población le pertenecía un círculo infantil. Así que seguramente hubo círculos infantiles abarrotados y otros menos concurridos. No sé cómo funciona ahora el acceso a los círculos infantiles. Estoy segura de que debe ser un infierno para las madres y los padres y los abuelos cubanos. A la zona donde estaba ubicada mi casa le pertenecía un círculo infantil que se llama, aún, Domingo López Loyola.

    En Estados Unidos y en Miami, donde la velocidad del lenguaje, de las estructuras y de los procesos, van siempre por delante de las velocidades humanas, las guarderías o círculos infantiles se llaman «Daycare». La palabra está compuesta por un par que significan «día» y «cuidado». Mientras los padres trabajan, los hijos se quedan en el Daycare seleccionado por sus padres, según el precio que puedan pagar. Todo eso de la zona o el área queda, por supuesto, velozmente anulado. Lo que preocupa es el price, que casi nunca es módico. Que casi siempre, para decirlo en inglés, es un eye of the face.

    Daycare en Miami / Foto: Legna Rodríguez

    Puedo darme con un pequeño canto en el pecho porque mi hijo no fue al Daycare hasta sus dos años y medio. La mayoría de los niños en Estados Unidos son llevados por sus padres al Daycare sin haber cumplido el primer año de vida. Alguien debe cuidar al niño para que sus padres no pierdan el trabajo y puedan seguir pagando la renta, la comida, la electricidad, el Internet, el seguro médico, el carro, y el seguro del carro, como mínimo. Aunque el costo del Daycare es más o menos lo mismo que todo eso junto. Un Daycare es un negocio.

    Llevar al niño al Daycare es una serpiente que se muerde la cola: ¿cómo pagas el Daycare?, trabajando; ¿y cómo trabajas?, llevando al niño al Daycare. De nuevo: no incluí poesía porque estoy dejando de creer en la poesía. Prefiero creer en las canciones tradicionales infantiles, como aquella canción infinita que contiene infinitos elefantes y una tela de araña que resiste, infinitamente elástica, a pesar de tanto peso, a pesar del elefante. Una mamá es una telaraña.

    De todas formas, sea donde quiera que se encuentre (Miami, La Habana o Hong Kong) lo más doloroso no es el trámite, ni la tarifa, ni la distancia, ni el tiempo. Lo más doloroso es el deber ser. Adaptarse a otra separación. Llevarlo y dejarlo ahí, con alguien que no conoces y que te dice, al regreso, que tu hijo sí almorzó, que tu hijo sí se portó bien, que tu hijo sí hizo caca, que tu hijo sí interactuó.

    Al llegar a la casa, el niño se queda quieto, sin expresar demasiado. Uno ve que tiene un hambre que no la brinca un chivo. Uno lo lleva al baño y encuentra restos de caca seca, las nalgas enrojecidas porque su piel es muy blanca. Los ojos enrojecidos por haber llorado un rato. Uno se acuerda del tiempo en que tenía su edad. Esta es la pregunta que mi hijo debe hacerse, aunque no sepa formularla, y que todos los niños deben hacerse, aunque no sepan formularla: ¿por qué debo interactuar con otro ser humano que no conozco simplemente por el hecho de que debo interactuar?

    Para mí, como madre, resulta horripilante llevar a mi hijo a un espacio ajeno, dejarlo ahí durante seis horas y recogerlo como si nada. Aquí no ha pasado nada. Poner a mi hijo en una situación moral antes de saber formular preguntas. Poner a mi hijo en una estructura social antes de saber formular respuestas. Abandonarlo. Desprotegerlo.

    Cemí / Foto: Legna Rodríguez

    Después de matricular al niño en un Daycare, solo falta atender los requerimientos que recibas de sus instancias. No atender los requerimientos sería un mal ejemplo para el niño:

    1. Se requiere que todos los niños vengan a la escuela en uniforme (camiseta de la escuela con el logo, pantalones / shorts azul marino o caqui y zapatos cerrados).

    2. La hora de llegada es entre las 7:30 a.m. y las 9:00 a.m. Por favor, llegue antes de las 9:00 a.m., ya que la clase comienza puntualmente. Si su hijo va a llegar después de las 9:00 a.m., déjelo en la puerta correspondiente para no molestar a la clase de al lado.

    3. La hora de salida es antes de las 5:30 p.m. En caso de que recojan a su hijo después de las 5:30 p.m., se cobrará una tarifa de $ 1.00 por cada minuto después de las 5:30 p.m. que llegue tarde.

    4. Muchos estudios demuestran los beneficios de leer a sus hijos desde una edad temprana. Ayuda a desarrollar la capacidad de escuchar, la imaginación, promueve una mayor capacidad de atención y concentración. Leer también es divertido y ayuda a aumentar su confianza, además es una oportunidad para crear lazos afectivos con su hijo. Recomendamos encarecidamente a los padres que lean a sus hijos varias veces a la semana.

    5. Por favor, no traiga juguetes de la casa a la escuela, ya que son una distracción para los niños y el plan de estudios. Cualquier juguete que se traiga a la escuela se colocará en una caja designada en el aula y se le devolverá al estudiante el último día de clases. No se deben usar joyas en la escuela y no somos responsables por ningún artículo perdido.

    6. Fiesta de cumpleaños: No podemos hacer grandes fiestas de cumpleaños debido a COVID-19. Los padres pueden traer pizza, pastelitos y jugo para la clase de su hijo y podemos celebrar solo con sus compañeros de clase a la hora del almuerzo.

    7. No proporcionamos almuerzos ni refrigerios. Por favor, prepare un almuerzo saludable y una merienda todos los días. No podemos calentar ningún alimento. Por lo tanto, empaque los almuerzos calientes en un termo o recipiente apropiado. Le recomendamos que compre una lonchera con separadores para empacar alimentos fríos como yogur, queso, fruta (use bolsas de hielo) y alimentos calientes por separado.

    8. Todas las botellas de agua y las loncheras deben estar claramente etiquetadas en todo momento con el nombre de su hijo usando un marcador permanente.

    9. Durante el horario escolar nuestro tiempo está dedicado a satisfacer las necesidades educativas de sus hijos, por lo que es difícil para nosotros desviar nuestra atención de ellos durante ese tiempo.

    10. A lo largo de todo el año, recibirá correos electrónicos con recordatorios e información importante, especialmente ahora durante esta época sin precedentes. Asegúrese de abrir y leer cada correo electrónico con atención para que usted y su hijo no se pierdan las actualizaciones y los eventos pertinentes.

    11. Este año escolar empieza en agosto y termina en junio de 2021 sin excepciones. A menos que su hijo se haya retirado de la escuela por completo, se debe realizar el pago completo. Es un pago mensual adeudado como alquiler / hipoteca, sin importar enfermedad, vacaciones, visitas o cualquier otra circunstancia. Si el pago de su hijo no se recibe antes del día de vencimiento, no se le permitirá regresar a la escuela hasta que se haya enviado el pago.

    Si de algo está llena una madre, es de miedos. Si de algo está llena una madre emigrante, es de miedos. Si de algo está llena una madre emigrante escritora, es de miedos. Miedos no, pánicos. Uno de mis grandes miedos es tener la certeza de que mi hijo perderá mi idioma. El idioma más bello sobre la faz de la tierra, el idioma más recontra bello sobre la faz de la tierra. Con todos sus artículos y sus pronombres y sus tiempos verbales y sus sinónimos.

    Las maestras del Daycare saben hablar español, una es venezolana y otra es hija de padres cubanos, pero prefieren hablar inglés. Todos prefieren hablar inglés porque es un lenguaje fast and furious. Los niños que no han cumplido tres años, como el mío, ni siquiera saben hablar en uno u otro idioma, pero ya se les ve diciendo please en vez de por favor, morning en vez de buenos días, y good bye en vez de adiós. Yo no lo entiendo. ¿En serio prefieren decir good bye? ¿Cómo es posible?

    Niños que vienen desde sus países de origen hablando español claramente, al llegar a Miami o a cualquier ciudad de Estados Unidos, dejan de hablar el idioma materno y adoptan el inglés. Lo he visto en hijos de amigos, en personas con las que he trabajado, en amigos de mi edad que se han criado con padres y abuelos que solo hablan español. Para mí no tiene sentido. El idioma materno no debería perderse.

    Señal de tránsito / Foto: Legna Rodríguez

    La señal de tránsito donde se ve una mamá llevando a su hijo o hija de la mano, con una mochila en la espalda, es la señal que más veo. Veo a mi hijo solito en una habitación llena de niños que él no conoce y que no tienen por qué gustarle. A mí, por ejemplo, nunca me gustaron demasiado los niños; yo era feliz tranquila, mirando dibujos de un libro o montando velocípedo o jugando con un animal. Yo recuerdo perfectamente la sensación de no querer entrar ahí, por ningún motivo. La idea cliché de que el niño no se acordará de eso es mentira. Sí se acordará.

    Hoy el Daycare a donde asiste mi hijo cumple cien días de escuela. Significa que hace cien días empezó el año escolar, específicamente en agosto, uno de esos días calurosos del South West de Miami, ¡y ya han pasado cien días! Es un Daycare que parece un hogar. La directora es cubana y lo fundó en 1996, mientras su propio primer hijo aún estaba recién nacido. Esa es la historia que ella nos cuenta cuando vamos a ver si nos gusta el Daycare. Habilitaron una casa y la convirtieron en guardería. Cada una de las habitaciones es una clase con varios niños. No me acostumbro a decirle Daycare. La otra mamá de mi hijo le dice escuelita, yo le digo círculo infantil.

    Los niños debían ir disfrazados de viejitos, como si cada uno tuviera cien años. Le pusimos un bigote, una camisa de cuadros y un lazo en el cuello. La otra mamá le inventó un bastón con un garabato que sacó no sé de dónde. Le pintamos el pelo con un spray gris. El niño se reía pero al llegar al Daycare empezó a decir lo mismo que dice todos los días: no quiero, mamá. Es una expresión tan simple que da deseos de rajarse en dos ahí mismo.

    Por la mañana vamos al círculo infantil en el cohete azul que es mi automóvil. Por la tarde lo recojo en el mismo cohete azul. La canción del elefante, pide mi hijo. Entonces pongo la canción del elefante en versión de Liuba María Hevia. Es una de las versiones más divertidas porque cada estrofa está arreglada con un ritmo diferente y cada ritmo pertenece a un país. La tercera estrofa pertenece a China y hay una parte donde Liuba María Hevia dice algo parecido a sapatanai. Nos morimos de la risa en el cohete azul. Vamos a buscar otro elefante.

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    3 COMENTARIOS

    1. Es tarea de las madres, padres, abuelos que los hijos no pierdan el espanol. Yo no lo perdi, mis hijos -adultos ya-tampoco. Y…los miedos, por desgracia, son por vida. «Apreparate».

    2. Legna, leí tu crónica con interés. Me apasiona leer acerca de experiencias de emigrantes, mucho más si están tan bien escritas. Algo captó especialmente mi atención y es tu referencia al idioma materno. Afirmas «el idioma materno no debería perderse», pero lo dices como lamentando lo inevitable. Legna, mantener el idioma materno en los hijos de padres emigrantes es total responsabilidad de los padres. Háblale en español a tu hijo, no te preocupes por el inglés que también lo va a aprender y sin tu ayuda. De todas formas, es una batalla difícil, pero persiste y vas a recoger los frutos. Mejor dicho, los va a recoger tu hijo.

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